29 noviembre, 2007

ESPARDEÑAS Y PEROL TRENCAT – LXXXV

Con pan y vino se anda el camino, pero si a la impregnada hogaza le añades algo de azúcar y la dejas esponjar, resulta algo riquísimo con las vitaminas necesarias para alimentar nuestros motores, lejos de los triglicéridos tan amenazantes de nuestra salud y que tanto nos estresan. Sobre todo, cuando de un poco sangre extraída de nuestra vena da positivo y con varias estrellitas al lado. La cordialidad es como el vino y el azúcar, que nos hace sentirnos mejor, más esperanzados, aunque siempre vigilantes no sea flor de un día, como en estos momentos de cara al invierno, cuando los pétalos se amustian, salvo la flor roja de Navidad que ya se acerca.

El alcalde de Zaragoza, el socialista Juan Alberto Belloch viene a Valencia con la mano tendida, justificando a nuestra alcaldesa Rita Barbera, siempre en defensa de lo suyo, postura que no solo comprende, sino que también legitima. Quienes trataron de enfrentar a Valencia y Zaragoza por los problemas del agua son los que no quieren entender que Valencia sólo pide el agua que se pierde por el mar. Ni una gota más queremos del Ebro. Sin embargo, la Narbona, derrochadora ella, quiere luego recuperarla con las desalinizadoras, quizá porque entienda más de las cuestiones del salitre que las del azúcar. Por lo que es de justicia resaltar la cordialidad del morarubialense Juan Alberto Belloch, zona aquella hermanada a Valencia por tantos lazos vecinales, aunque temo sirva para bien poco, pues él, nada tiene que ver con la despreciativa y mentirosa Ministra, ni con la Vicepresidenta, valenciana ella, pero de cuyo valencianismo ha renunciando toda su vida, al menos hasta hace unas pocas semanas. Ahora, cara a las elecciones, ya no nos sirve: ¡A buenas horas, mangas verdes!

Y resulta ser, que la Vicepresidenta del Gobierno Zapatero, cuya época estudiantil la hizo en Madrid, luego en Barcelona y su carrera política como Diputada por Jaén y luego por Segovia y Madrid, se siente valenciana ella. Ahora, el PSOE, preocupado por el fracaso en las últimas elecciones autonómicas y municipales, Zapatero apuesta por ella y en otra de sus jugadas “maestras” y resultado que será funesto, la presenta como cabeza de lista por la provincia de Valencia.

María Teresa Fernández de la Vega, enjuta de cara y delgada del resto, de pelos en punta en ocasiones y labios como rastrillo de púas hirientes, disimulado por trazos a veces azules, ha desembarcado en Valencia con acta de fama y nombre, con cierto predicamento, y se manifiesta altiva -diestra y firme ella- en el manejo de un particular sentido del protocolo tan alejado del real, quizá por su subconsciente. Aprovecha cada evento para figurar o bien sola o en lugar prominente, sea en la ocasión de la visita de un estadista a Valencia, en la de un desbordamiento fluvial, incluso dentro del Vaticano. Protocolo que dejó aparcado estableciendo el suyo propio para que picara Francisco Camps, al ver que le habían cambiado el sitio fijado el día anterior para la embajada española; lección que la Vicepresidenta del Presidente ha hecho extensiva a sus correligionarios ante la campaña que se avecina como una nueva acepción del talante que nos inunda, cuyos nuevos significados pronto aparecerán en el diccionario de la RALE.

Cada vez que una mujer muere asesinada por la violencia de sexo (¿genero?) sale de nuevo a la escena como nuevo acto teatral, que siempre es preámbulo del siguiente al que publicita, y cuyo acto final no vemos cerca. Cada día, cincuenta informes médicos se producen sólo en nuestra Comunidad –que son los más graves, más los que son leves que por lo tanto ignoramos, pero que pronto sabremos porque con el tiempo el hematoma tiende a crecer- procedentes de causas violentas en nuestras casas, fiel reflejo de la sociedad que vivimos, y cuya solución se pretende con un GPS aprovechando la revolución tecnológica que nos invade. Mal va la cosa, y el remedio se aleja, agravada más, cuando vemos una juventud por la calles con pasamontañas dando trompazos a diestro y siniestro convencida que así se solucionan los problemas. La escalada de la violencia es tal, que ya nadie se atreve a señalar su primeros escalones, el de las aulas escolares donde el débil está inseguro, o el de la facultad donde el todo vale menos el debate con la palabra también, escalones estos dónde desde hace años los políticos hincaron el diente en busca del voto, cambiando modos y formas que han desaparecido de nuestra sociedad y que tanto lamentamos la mayoría que los sufre. Se ha celebrado el “Día internacional contra la violencia doméstica”, como otro más de los muchos existentes: contra el alcohol, la droga, el tabaco o contra el nerviosismo implacable, sin caer en la cuenta que no sirven para nada si no cambia la actitud de quienes tienen la obligación de velar por todos, dedicados como están a la mentira permanente, diciendo que son otros los que mienten, ocultando así sus propias mentiras convertidas en las verdades absolutas de lo políticamente correcto.

Iniciadas las obras en el edificio de la vieja Fábrica de Tabacos los socialistas valencianos acusan a Rita Barbera de atentar contra nuestro patrimonio histórico por derribar sus naves anexas, alejadas del cuerpo central y con pinta de un desvencijado y viejo almacén. Que acusen ellos de atacar a nuestro patrimonio, cuando todos sabemos lo que hicieron alicatando el graderío del Teatro Romano de Sagunto, es uno más de sus muchos insultos a la inteligencia humana dentro de esa enorme burbuja adormecedora en la que intentan meternos, merced a su centenario izquierdismo manipulador, que si es siniestro, de forma diestra lo dirigen.

Metamos pues en nuestro Perol a la Vicepresidenta, pero con un fin didáctico y costumbrista. Ya que al necesitar ponerse al día en cosas de nuestra Comunidad, le vendrá bien conocer la existencia de nuestras cucañas, por lo que apartamos el bastón, al menos por el momento.

22 noviembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXXXIV

Fue allá por los setenta cuando de puerta en puerta sin previo aviso, aldabonazo va, aldabonazo viene, entraban en tu casa intentando venderte lo que seguramente no necesitabas, porque de necesitarlo ya lo tenías a buen recaudo adquirido en la perfumería del barrio. El caso era vender su mercancía, y con caras sonrientes, limpias y maquilladas, cabellos bien peinados y perfumados, labios tentadoramente pintados, manos y uñas recién arregladas, argumentaban nuevas técnicas de ventas basadas en el ahorro publicitario por un ajustado precio final que te ofrecían más ligero en beneficio del cliente, acompañado también, del algún que otro regalo, antesala al actual merchandising en su aspecto más inútil. No, no era precisamente como lo del lobo disfrazado de nieta con lacito de colores, pero algo tenían de ello ante la abuelita confiada.

Ahora no es “Avón quien llama a su puerta”, porque ya no cuela. Pero las ideas, como la espuma espuria, aflora, y previa a la cita electoral, el PSOE valenciano inicia su campaña del “pom a pom” sin citas previas, pero directa a la mandíbula de tu puerta que intentarán abrir para ofrecerte una mercancía llena de mentiras, no como lo hicieran los vendedores de enciclopedias, de guerras mundiales o de un atlas universal, actualmente en desuso como las del “Avón”.

El ampuloso Don Manuel Marín, Presidente del Congreso de los Disputados, nos anuncia su retirada de la política para dedicarse de “pleno” (parece que es lo suyo) a cuestiones del cambio climático, cátedra nueva ésta de buen futuro y suculentos frutos, siguiendo el camino marcado por Al Gore o Bill Clintón, quien ha visitado a Zapatero llevándose más de un millón de euros en su bolsillo para cuestiones relacionadas con el cambio climático. Algo tendrá que ver en la renuncia su jefe Zapatero, quien hace unos pocos meses dijo inesperadamente que contaba con José Bono para el mismo cargo de Presidente, lanzándole un aviso. Otra víctima más del Zapatos, y ya van unas cuantas, propias de un talante: modo o manera de ejecutar algo.

Como lo es, desde la forma más elegante –que no es su caso- hasta la de la innecesaria confrontación, sistema que domina por sus torpezas, tal y como hemos visto en los últimos años, cuyos resultados estamos sufriendo estos días por las calles de Madrid y Barcelona principalmente, en unas celebraciones ya olvidadas desde hacía muchos años. De la España del cambio primero, de la España de la transición poco después, hemos llegado con Zapatero a la España del enfrentamiento tras una legislatura empeñada en conseguirlo con rociadas de gasolina semejantes a las de Azaña en los primeros años republicanos y que tanto calentaron el ambiente hasta reventarlo. Como sucede ahora, que gracias al talante instado por Zapatero, nuestra historia, como tantas otras veces, vuelve a repetirse.

Muy atrás quedan los años que cuando llegaba el 20-N sólo una pequeña esquela en los periódicos encargada por la Fundación Francisco Franco anunciando una misa en su nombre, se encargaba de recordarlo. Sobre Zapatero caerá la responsabilidad de lo que acontezca en los próximos años, y en las páginas negras de nuestra historia tendrá el peor de sus recuadros.

Un tal Jorge Bilbeny, que se dedicó a fabular de la presunta catalanidad de Colón dedicándole horas y mucha TV3, le ha dado ahora por ubicar al Lazarillo de Tormes en tierras valencianas, pero con la indocta intención de catalanizarlo. Ignora el tal Jorge, la extensa bibliografía sobre la picaresca obra ubicada en tierras salmantinas, cuya autoría anónima aprovecha con gran desfachatez. El tal Jorge, miente, aprovechándose también de la inexistencia del original del libro, cuando dice que se escribió después en castellano porque entonces estaba prohibido, dice él, hacerlo en catalán –recurso tantas veces utilizado y en esta ocasión para justificar su farsa- precisamente cuando el Siglo de Oro de la Lengua Valenciana estaba en todo su esplendor. Por cuya fama, en la primera imprenta española situada en nuestro Barrio del Carmen se editaban entonces libros en valenciano, en castellano y en latín, nominaciones todas documentadas. Adjudica la autoría del Lazarillo a Juan de Timoneda, el dramaturgo valenciano. Y nos anuncia con descaro, que hará la presentación de su libro en Valencia el 13 de Diciembre, día de Santa Lucia, fiesta de los ciegos, quizá obligado por su subconsciente con la esperanza de engañarnos más fácilmente. No terminará ahí la farsa, camino de la trilogía, pues, seguramente, andan investigando que fue en el Parque Natural de Montserrat donde lució esplendoro el paraíso terrenal a pie de un peñasco cada vez más alto, como si de la nariz de Pinocho se tratase. No será por falta de ganas. El respeto se gana respetando, y no pastando en campo ajeno.

Terminado el IPCC ya tenemos el “Informe de Valencia” redactado en el Museo de las Ciencias por los científicos allí reunidos. Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU nos asegura que existen medios suficientes para luchar contra el cambio climático, por lo que habrá que utilizarlos. Tras una semana de trabajos, llegar a esta conclusión nos tranquiliza, y sólo pensar que el mundo está en nuestras manos nos convierte en niños con zapatos nuevos, la mar de contentos. Menos hablar pues y manos a la obra, que callada e insistentemente es cuando da sus mejores frutos. Tras la II Guerra Mundial, la ONU, se encargó de que no hubiese más guerras en el mundo. Quizá no tuviera un informe semejante que le enseñara el camino para lograrlo. Al menos, ahora, ya lo tiene, y con proyección internacional: “Informe de Valencia” se llama, lo que nos llena de orgullo y no hará más conocidos, si cabe, en todo el mundo.

Por meritos propios y por su pertinaz empeño en persistir por una España diferente, tan manipulada en los libros de texto, metamos a Zapatero dentro de nuestro Perol, que aunque él no es el culpable de tan demencial patraña, más que deshacerla se ha dedicado a alimentarla.

15 noviembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXXXIII

Valencia se ha convertido en estos días en la cumbre del medio ambiente cuya cima más alta se ha bautizado como el IPCC: Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Ocuparse y preocuparse es muy bueno para la salud y el movimiento que siempre se demostró andando, ahora se resuelve en jornadas maratonianas en las que cada uno expone su tesis, en esta ocasión de ejecución inmediata y con sus resultados a muy largo plazo.

A las interesantes aportaciones de los de corbata y cartera repleta de informes -algunos de ellos contrastados, otros llenos de dudas- reunidos dentro del cómodo y caliente salón de congresos y convenciones, donde se presentan como panacea universal a los abusos que cometemos -siempre individuales- se enfrentan a ellos desde su frío salón de la calle los de a pecho abierto, pletóricos de dogmas y convencidos de su razón, con la preeminencia añadida por ambas partes, que dentro de cien años a nadie de los presentes les podremos quitar o dar la razón. Ni a los unos ni a los otros, por lo que ambos juegan con ventaja.

Los del pecho abierto y sin corbata, pertenecen a una cincuentena de organizaciones ecologistas que nos convocan al apagón eléctrico, y tratan de convencernos de la necesidad de quitar la luz a nuestras vidas al menos durante cinco minutos, tanto en las viviendas que ocupamos como en los centros y equipamientos públicos. Perdemos tantas veces el tiempo en cualquier cosa, que ahora tendremos cinco minutos más para hacerlo.

El siglo de las Luces, que tanto hiciera por avanzar al mundo, ahora, en cambio, y por culpa del climático, nos dicen que en la oscuridad está la razón: el centro de nuestro discernimiento. Quienes no hacen caso a los alarmistas de lo que pueda suceder, son los realistas, sabedores de unas amenazas dicen ya sucedidas hace muchos siglos, incluso milenios, estando más preocupados por las actuales causas de mortandad que asolan nuestro planeta, como son el hambre, el terrorismo y las guerras: más de cincuenta millones de personas al año mueren en la actualidad en el mundo, algo así como ciento cincuenta mil al día, mientras que por culpa del cambio climático no se conoce ningún caso. Habrá pues que fijar la cuestión de prioridades, cada vez más necesarias, aunque temo que lo básico, sea no ponerse de acuerdo.

Esperemos, no obstante, que terminados los trabajos por los expertos del IPCC y firmados sus acuerdos, sea cuestión de cumplirlos, y sólo el tiempo nos hablará de su eficacia. Mientras tanto, unos y otros, los de corbata y los de sin ella, seguirán enfrentados buscando en qué no parecerse, y a quienes echar las culpas.


¿Por qué no te callas? Algo tenía que decirle Juan Carlos primero a Hugo Chávez el último, el del insulto permanente, que más bien resulta ser siempre el penúltimo improperio a flor de sus labios. Lo que no sé, es lo que hacía un mamarracho como ese en un lugar como aquel, como no fuera alcanzar el protagonismo que necesita para seguir denostando a su propio pueblo venezolano. Son muchos los que le califican de mandatario populista: propio, originario y perteneciente al pueblo. Más parece un espantapájaros propio del campo, al que sin embargo no protege; ama tanto a su pueblo, que de tanto quererlo, de él quiere hacerse dueño para siempre.

Chad, Marruecos y ahora toca Venezuela. Y es que desatinos, ni una. Fue el propio Ministro de Asuntos Exteriores, el ínclito Moratinos, mintiendo una vez más como es costumbre en ellos, el culpable que avisó a Chavez del falso apoyo golpista en Venezuela por parte del Partido Popular, y…de aquellos barros estos lodos; aprovechados ahora por semejante payaso para involucrar a la Corona española. Al clamor por el desastre de la política exterior de Zapatero, se une la división existente en la calles de España en la legislatura más nefasta desde los tiempos de la transición, fruto de un talante, que como los cangrejos, nos sigue llevando hacia atrás si el pueblo y las urnas no lo remedia.

Y… “de paso cañaso”. La legendaria moral del Alcoyano corresponde al pasado, y el dicho queda colgado en el marco de la nostalgia, oculto por la costra polvorienta del tiempo sobre un cristal mate que la cuida con mimo. En cambio, la moral interesada y embustera del FC Barcelona en acciones impropias de su sexo, quizá por la libertad sexual tan actual, aparca una vez más el deporte en una de sus alforjas, y abre la otra, la de la política. Aprovechando el partido de Copa en la ciudad valenciana de Alcoy, monta un cirio en torno a la figura de Ovidi Monllor. Y es que las mentiras en torno al fútbol no sólo se ciñen a la ayuda arbitral o de la anfetamina, sino también en la actitud política de Laporta, que nada tiene que ver con la sana y deportiva del Alcoyano. Estos, al menos, aspiran a ganar partidos con la moral como bandera, mientras que el Presidente catalán aspira a ganar la suya particular, la de los países catalanes, drogando a su afición o con el “de paso cañaso”.

No solo es el calor ambiental el que sube y del que convendría recordar aquello de que lo que sube baja, frase nunca cuestionada y confiamos sea de aplicación. Lo más difícil que bajen serán la cesta de la compra y las bravatas de Chávez, por lo que habrá que meterlas en nuestro Perol y estar atentos. La primera, para fijarla todo lo que se pueda, y la segunda para insistirle el ¿por qué no te callas?, o en caso contrario, darle fuerte al Perol.

08 noviembre, 2007

ESPARDEÑAS Y PEROL TRENCAT – LXXXII
De siempre, cuando encendemos un cigarrillo y nos lo llevamos a nuestros labios, al último que nos dirigimos es a nuestro propio cuerpo, del que pasamos sin pedirle permiso, como si poco o nada nos importe, ignorándole, dejándolo indefenso. De jóvenes, ni siquiera se lo pedíamos a nuestros padres, a los que sin embargo tratábamos de Vd. Y cuando necesitábamos dinero para proveernos del cigarrillo presumiendo de hombrecitos, sólo nos atrevíamos con nuestros abuelos a los que engañábamos sin pedirles permiso para que nos dejaran fumar.

Queremos pues vivir en un mundo libre donde nadie nos impida nuestro buen gusto por las cosas, aunque a veces sepan mal y nos causen tos, momento que aprovecharemos para echar la culpa a otro, en este caso al Gobierno. Al que acaban de demandar dos abogados valencianos por no incluir la fecha de caducidad en el paquete de tabaco de producción nacional. Igual no tenían nada que hacer y echaron unos pitillos para comprobarlo. Temen, que una vez pasada la fecha de seguridad, cualquier cigarrillo en mal estado pueda producirnos algún cólico, o un sarpullido en los labios, o váyase a saber qué. Lo que ya no es importante y por lo visto intrascendente, es que en el paquete nos adviertan de su mortalidad y de ser el causante de otra amenaza que de seguro nos llevará al mismo sitio, porque llegado el caso, ya no tiene solución y echar la culpa al Gobierno será un imposible.

Aldous Huxley nos hablaba de un mundo feliz en el que todo era una mentira. Crítica mordaz que en nuestros días no es ninguna novedad. La historia, que siempre nos habla del pasado y nos cuenta lo mal que lo pasaron los encargados de hacerla, es en nuestros días como una película que no nos gusta; y para hacérnosla grata nos montamos la propia. Huxley, sabía de eso, y hoy, escribiría lo mismo, aunque quizá cambiando el título: “un mundo de mentiras” sería tal vez el elegido, el más comercial, y tan de actualidad. Quien también sabe de eso es Zapatero, utilizando la mentira a la perfección y sacándole el mejor de sus frutos: sólo necesitó el momento justo para hacerlo, el que por cierto él no esperaba. Desconocida la fecha de su ejecución, no tenía por qué saberlo.

Cuando dos se calientan es imposible que se pongan de acuerdo. Cada uno nos dice una cosa, normalmente contradictorias. Hemos oído del peligro que acecha nuestras costas por la elevación del nivel del mar debido al cambio climático. En cambio, un tal Canziani y desde la ONU, nos alerta de la disminución del tamaño del Mediterráneo, y la razón es el misma. Así pues, ya no sabemos a quien hacer caso: a quienes nos están diciendo que moriremos ahogados, o a quien nos avisa que al ser las playas más profundas tendremos más sitio para la tumbona en las horas del baño. Sería bueno que ambos se pudieran de acuerdo y mucho mejor aún que fijaran fecha de caducidad, en este caso de alarma, no sea aparezca algún picapleitos y demande al Gobierno.

Juan Lerma, a lo abuelo Cebolleta y ahora gestor del desaguisado socialista, se ha iniciado en los viejos cuentos de hazañas imperiales contándonos historias ridículas que ni él mismo se cree. De su Valencia, semáforo de Europa, cuya visita turística era de un par de horas a la actual, existen un trecho tan grande como lo es su cara dura. De canoso pelo y muy bien cuidado, gracias a sus largas horas libres en el Senado donde mangonea sin dar golpe en su faceta de un agradecido Angel Siseñor, contento con su buen sueldo y mejores dietas, en su barba igualmente blanca y retorcida se esconden las antenas de sus mentiras. Mejor sería que recordara aquellos años de Gobierno Socialista dedicados a un Plan Hidrológico Nacional que contemplaba el trasvase del Ebro y que no hicieron porque los dineros los “dedicaban” a otra cosa. Y fue él, quien junto a Cipriano Ciscar se dedicaron ambos a catalizarnos, lo que le llevó a la oposición, cansados los valencianos de tanta jeta, cuando aún no le era albina pero con el vigor necesario para medrar en una carrera política, su único oficio de toda la vida en beneficio propio y muy pocas veces de los demás.

El Partido Socialista valenciano, que por lo visto no escarmienta, ahora se dedica a montar sainetes; pero en lugar de hacerlos en el teatro de barrio, ahora lo hace en la calle. Ajenos al protocolo – reglamento que no ignoran- tres diputados valencianos se han presentado ante el mismo “Palau de les Arts” para comprobar los daños producidos por las lluvias de Octubre, a sabiendas, claro está, de que no les iban a dejar entrar. Conscientes de ello, y con el fin de hacer ruido y llamar la atención, se llevaron a cuestas un grupo de fotógrafos y periodistas, más algún que otro acompañante embaucador como hacen los vulgares trileros en las aceras de la calle de Játiva timando a la gente. Qué pena que tengan que recurrir a estas artes, quienes tienen la obligación de hacerlo desde sus escaños, en esta ocasión desprestigiados por una actitud zafia, mentecata y circense de quienes por desgracia les pertenecen.

Hay quienes trabajando muchas horas y con pocas de descanso se ganan el sueldo día a día con el sudor de su frente y su jornal suele ser el del salario base; sin embargo, otros, lo pierden muy de tarde en tarde y su cuantía es enorme. Los desatinos de Moratinos y las torpezas de Zapatero nos han hecho hacer un ridículo muy grande ante países que sin embargo son pequeños. Las relaciones cordiales con Marruecos atravesaban un gran momento, nos decía el Presidente superados los problemas con Perejil. ¡Pues, menos mal! Lo del Chad, ya es de nota. Y uno se pregunta, de lo que presumiría el ZP si liberase a un francés preso en un país extranjero. ¡Nos hemos ganado el sueldo Moratinos!, le diría saliendo en la “uno”, en horas de gran audiencia.

Considerar por parte de "desatinos" que es normal que Marruecos defienda “lo suyo”, o que, los Reyes de España hayan ido a Marruecos, como se le ha escapado al Pepiño, es motivo más que suficiente para meterlos juntos en nuestro Perol y darles fuerte; sobre todo por palurdos.

01 noviembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LXXXI

Es oronda, envanecida y se recrea en sus propias prendas, despreciando las ajenas, como si de ramplonas o vulgares se tratasen. La soberbia, que tiene nombre de mujer, es no obstante unisex, pero sin embargo, el mejor ejemplo de su existencia lo tenemos en el grasiento y granulado rostro de una ínclita mujer: esa que dice llamarse Cristina Narbona, a la sazón Ministra del Gobierno Zapatero en su puesto del Medio Ambiente. El que para ella más parece del ambiente propio, en donde se desenvuelve altiva e insaciable y en cuya ínfula se considera centro de atención. Engreída por la contemplación de sus propias prendas y con menosprecio de los demás, tal y como dice la RALE. En su soberbia, la inefable Ministra ha afirmado que el trasvase del Ebro “¡no se hará!”. Lo que está bien claro, al menos, es que no será ella quien lo haga, al menos por el momento.

Dios, dijo que haría el mundo en siete días, pero al menos hablaba por Él, y le sobró uno. Cumplió con su palabra. Pero la diosa pagana nos habla, ¡de qué no se va a hacer! como dueña de los deseos y acciones que otros intenten a los que seguramente pretende atar sus pies. Y quizá sea, porque en su soberbia infame, no entiende que sólo hay una forma de practicar la solidaridad: la de dar al menos lo que te sobra. Práctica, que por supuesto no ejerce en las cuestiones propias de su cargo, más atenta siempre a los negocios de pasillo.

Y tan soberbias como interesadas son las razones que la desleal dama aduce pactadas con los trileros: aquellas que el que más tribute, sea el que más reciba; esas tan a gusto del nacionalismo ramplón dispuestas a ser utilizadas como moneda de cambio. Sin entender la dama, dueña de su soberbia, que es al contrario, qué aquel que aporte menos –dado sus escasos medios- debe de ser el que más reciba, porque es el que siempre más necesitado estará, a costa, claro es, de los que más tienen, principio básico de la más elemental solidaridad. A la que la soberbia, los nacionalismos y la Narbona no terminan de asociarse, y no porque no se entiendan, porque… ¡vaya si se entienden!

Como también es cuestión de soberbia el caso de la patada a la cara de una joven ecuatoriana, dada por un rufián, que amparándose en la soledad que le brinda el vagón de un metro y dueño de su perversidad, se cree en la potestad de dar golpes, amo y señor de su razón.

Algo así, como la proclama altanera y arrogante de la Ministra aludida, que cada vez que visita Valencia, o incluso desde muy lejos a veces, nos da patadas a diestro y siniestro sin el menor decoro, con la fuerza de su verdad, que no es la que coincide con el interés de todos los valencianos.

Soberbia, como aquella cólera que corrió como la pólvora por los pueblos de España en una persecución religiosa contra quienes eran ajenos a cualquier ideología política, sólo dueños de su fe. Y fue por ella precisamente, por la fe que practicaban, por lo que sus asesinos les obligaron a blasfemar sin conseguirlo, por lo que fueron torturados y ajusticiados por los esclavos de su propia soberbia que, coléricos, practicaron la crueldad en los cuerpos indefensos de los más débiles, de cuyas voces salía el perdón hacía sus propios verdugos. Mártires de la barbarie, que nada tenían que ver con el tiro en la nuca que dos ideologías enfrentadas practicaron en aquellos años republicanos previos a una guerra civil: la que después sería la mejor cancha para el martirologio, a semejanza de la persecución contra los cristianos en los antiguos circos romanos. Y esto, parecer ser, que algunos no lo quieren entender, ni les interesa, ciegos por su soberbia.

La soberbia, que como el humo que ciega los ojos, nos impide ver las cosas claras; y no son cortinas de humo precisamente las que cuelgan en las paredes internas de Izquierda Unida. Las paredes oyen, decía Juan Ruiz de Alarcón, pero no hablan, por lo que están todas mudas, y esa debe de ser la razón de que sean algo más que sutiles cortinas las que desunen a quienes aspiran al liderazgo dentro del partido comunista, organización camuflada en una nomenclatura cada vez más dividida que, ella misma, se declara unida. Llamazares y Gloria Marcos, más callados que otra cosa y mirándose de reojo, permanecen expectantes ante la presentación del primero en su candidatura como cabeza de lista para las próximas elecciones; a diferencia del PSOE y PP que ya tienen su candidato, a falta de algunos flecos: los propios de cualquier presentación publicitaria.

La actualidad nacional está en el fallo del 11-M por la Audiencia Nacional, uno de los juicios más rápidos que se recuerda en el mundo occidental tras un acto terrorista, por lo que debemos congratularnos todos. Atentado, que desde el mismo instante de su ejecución -incluso antes de la detención de sus autores por el Gobierno que informó en tiempo real y cumplidamente de la autoría del atentado, sin descartar otras, como era su obligación- fue hábilmente utilizado políticamente para sacarle buena renta electoral en un caso insólito de manipulación y de mentiras. El que terminó más tarde dividiendo a los españoles en dos bandos enfrentados como si hubiera dos terrorismos diferentes, lo que nos debe causar un fuerte sonrojo a todos. Mentir diciendo que son otros los que mienten, para ocultar una mentira que convertida en verdad manipule a las masas, es un ejercicio para el que se necesita ser de un talante muy especial, como hemos visto y comprobado en la actual legislatura de Zapatero.

Al Perol con los soberbios, ufanos de sus mentiras y de su verdad absoluta. Envanecidos en el dogmatismo de los políticamente correcto, mantengámoslos bien alto arriba de la cucaña hasta que caigan por su propio peso, el fardo de su ignorancia.