27 diciembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXXXIX

Tenía poco de amable y lo recuerdo con cierto desdén, aunque con afectiva simpatía. Su proximidad siempre amenazante y su recepción, igual me producía cierto temor, aunque lo aceptaba como el fruto útil que todo lo resuelve y a cuyo recurso en más de una ocasión acudían nuestros padres en una lección que todos hemos aprendido y practicado, ora con la satisfacción de su eficacia, ora con cierto acto de contrición.

Sabemos pues de él, primero por recibirlo y después por ejercitarlo, siempre en este mismo orden. Salvo a nuestro paso por el claustro materno, que cuando lo lanzábamos, producíamos una ligera caricia de amor y cariño, que si retornaba a nuestros sentidos ahora nos resulta imposible acordarnos, incluso en el primer instante de nuestra llegada al mundo ignorantes de todo. Y porque si su eficacia, siempre cuestionada, ha suscitado posiciones enfrentadas, lo cierto es que si aplicamos aquello de “el que esté libre de pecado tire la primera la piedra”, seguro que nadie podrá alzar su mano: la que extendida, a cara abierta o del revés, siempre hizo acto de presencia en más de una ocasión como la mejor de las recetas a una situación límite, victimas de nuestras propias carencias y al borde de un ataque de nervios. Lo importante es en el momento justo y en el lugar apropiado. Y la fe inquebrantable de su eficacia, que transmitida de generación a generación, permanecerá fiel a su existencia. De su correcta aplicación dependerá pues su fruto: dulce o seco, pero que seguirá siendo siempre fruto.

Ahora, modificado el artículo 154 de nuestro Código Civil, el cachete desaparece de nuestras vidas, tan importante siempre él, haciendo caer sobre nosotros el peso de la ley y dejándonos en el mayor de los desamparos. Aunque su vigilancia y persecución nos procure una ligera sonrisa y la firme decisión por nuestra parte de utilizarlo, en actitud desafiante, parapetados en nuestra propia intimidad de la que somos los únicos amos.

Y mientras nos prohíben el cachete, nos legitiman para bajar cine y música de Internet, robados al viento, previo pago de un impuesto. Pero en esta ocasión, sin la pamplina de los derechos de autor ni cosa intelectual que valga, al igual que se permitía al morisco ejercer su religión infiel, prohibida entonces, previo pago de un diezmo. Lo que en cierto modo nos retrotrae a una época muy cercana a la edad media, la de los inicios de la edad moderna, cuando la inexistencia de “medionet” ni inventado aún el cine, lo único que podía caernos del cielo eran las plagas de la peste. Todo parece más, un pago por los servicios prestados al mundo del cine, especialistas “cum laude” de las subvenciones oficiales y de la manipulación, hábilmente dedicados a producir películas que, salvo en muy pocas ocasiones, nunca llegan a estrenarse: sólo las habas mal contadas de media docena al año, como muchas, y la mayoría de ellas muy malas.

El Congreso de los Diputados ha cerrado sus puertas, y sus ocupantes se han ido de vacaciones, hasta marzo. No sabemos si pagadas, conseguidas con puntos, o a costa de sus bolsillos, opción que nos parece la menos probable. Y algunos con la duda de su regreso, pero las opciones mayoritarias con la certeza de una vuelta triunfal para ocupar los bancos azules de los que quieren ser sus dueños. La cuenta atrás inicia pues su andadura y el todo vale volverá a ser el protagonista del juego, a veces sucio, que se avecina pasadas las fiestas de Navidad y Reyes. Horas estas las de las fiestas, tan útiles para un ligero y regenerador descanso, pero propensas para una mala digestión si se dedican a los excesos culinarios, tan propios en estos días. Como no recurrirán a los sucedáneos, esperemos al menos aprendan que siempre es mejor lo real y aparquen las mentiras para siempre, lo que temo será muy difícil.

Tan difícil, como resulta entender el que más de cuarenta alcaldes socialistas se nieguen a colocar la bandera de España en su consistorio: el lugar que debería ser la auténtica “Casa del Pueblo”, el más institucional de todos, y más si cabe cuando quienes lo lideran son los representantes de un partido que dice llamarse Partido Socialista Obrero Español. Sólo se explica desde la mentira de quienes lo representan, desde la mezquindad que en ellos se atesora, desde la ignorancia más montaraz que les envuelve, por no decir de la desvergüenza que les embarga. Son estas, como las verdades de Pero Grullo, que a la mano cerrada decía puño, pero esta vez en alto, como tantas otras veces hicieran. Zapatero calla, otorga y lanza a sus habituales adelantados incendiarios: su práctica habitual en el Partido que él lidera.

Los que siempre quieren recordarnos su existencia son “los hijos de Setien”, que aprovechando la nochebuena han vuelto a tocar la zambomba en Balmaseda en el mismo instante que Juan Carlos I nos lanzaba su mensaje navideño de paz. Es lo que pasa en estos días tan entrañables, que ponen a cada uno en su sitio, y que mientras la gran mayoría ofrece sus buenos deseos de paz, otros muestran su pelaje. Como el propio del nuevo Obispo de San Sebastián que nos recuerda a los asesinos encarcelados, profanadores del la Ley de Dios, y no precisamente con el deseo de hacerles volver al redil, su principal tarea, más utilizada sin embargo, para darles albergue y protección. Como también a esas ovejas descarriadas que pasean su infamia por las calles vascas, cuya piel de cordero que les envuelve es la de la indiferencia ante cualquier acto terrorista del que se sienten tan ufanos y contentos demostrando la crueldad que llevan dentro.

Lo mejor será meterlos en nuestro Perol y como no caben todos dentro, sí al menos sus intenciones. Y no para darles un fuerte mamporro, sino para pasarlas por el fuego con la esperanza de purificarlas de toda la maldad que fruto de su odio llevan dentro.

20 diciembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXXXVIII

Nada nos reconforta más que velen por nosotros, que nos cuiden con mimo, que nos hagan la vida fácil y que nos hagan cosquillas en un marco como ahora se dice adecuadamente sostenible, lejos de las cuestas arriba de andar pesado y cansino, de sortear peñascos abruptos llenos de peligros, o salvándonos de los fangos movedizos y ocultos que, confiados, nos engullen perdiéndonos en el más profundo túnel de la miseria.

Siempre agradeceremos -“ellos” piensan que son necesarios- los exitosos consejos televisivos de “todos los días un plátano” -tan rico en potasio- y que nos recordaba la existencia de las Islas Canarias, lugar de enamorados, donde no sólo había una hora menos, sino la infinita reserva alimenticia que machaconamente nos anunciaban. Y como las cerezas, que unas salen tras las otras, varios slogan publicitarios continuaron alegrando nuestras vidas: el dos naranjas mejor que una, el coma patatas, o aquel “de que hay mucho que hablar del bacalao”, cuando era producto barato y cuaresmal, en nuestros días convertido en articulo de lujo.

El IPC actual se le ha ido de las manos a Zapatero, como otro de sus muchos juegos malabares rociados de fuego en un escenario de dudas y cortinas de falso satén. La razón debe de estar en su dedicación constante a su mesiánica “alianza de civilizaciones” cuya supuesta colaboración nadie conoce, dejándonos además engañados por su promesa de que dentro de un año estaríamos mucho mejor, cuyo momento del vaticinio es mucho mejor no recordar. Ahora, en los umbrales navideños, bajo el dintel de las luminarias que incitan al consumo, el Gobierno nos aconseja comer conejo, pero sin darnos la receta.

Pienso en el pavo relleno, en el capón cebado, en el lechazo asado, en el solomillo trufado, o en el bodegón de marisco en el centro de la mesa y todo me parece muy osado, muy comprometedor, y hasta incluso con tintes pecaminosos. Un riesgo para nuestros bolsillos de colesterol alto, más necesitados del crédito fácil publicitado en la televisión matinal, cuyo único remedio parece en el estar consumiendo conejo, según nos dice un Secretario General del Gobierno de Zapatero. Hágase guisado con patatas o a la brasa, comprándolo según nos aconsejan para que lleguemos a final de mes en las mejores condiciones, antes de entrar en la cuesta de Enero, que ya lo es de todo el año.

Por la boca muere el pez y el presumir de lo que se carece, son constantes universales cada vez más elocuentes en aquellos que más exigen, principalmente. La falsa progresía, más hija del fracaso individual y de la envidia, con aliños de odio en ocasiones, siempre demandó un arco parlamentario democrático y libre, como principal fuente del Estado de Derecho, donde el imperio de la Ley y la legalidad vigente, marcaran las reglas del juego, obligados a su cumplimiento. Sin embargo, ahora, aquí, en nuestra Comunidad Valenciana, prisioneros por las cadenas de su mimetismo catalán, claman al cielo por el cierre de los ilegales repetidores televisivos instalados con nocturnidad y alevosía por una asociación panfletaria subvencionada por la Generalitat Catalana, que dirige el “mayor mercader del reino”, ese que se llama Eliseo Climent: el que se viste con largas túnica culturales para ocultar, ningunear y despreciar la que es propia de nuestro viejo reino valenciano: su historia tan diferenciada. Y lo intenta, al igual que lo hicieran monarcas y cortesanos en su siglo de decadencia, cuando rociaban sus ropas de perfumes para ocultar el hedor que despedían sus cuerpos.

Y a mí que me registren, porque mis manos blancas e impolutas no son culpables de nada: es lo que debe de pensar Solbes, el hermético Ministro de Economía, que cuando habla, lo hace con voz baja, con frases cortas, ceño fruncido y algo mosqueado. Sin embargo, ahora nos hecha la culpa por nuestra torpe contribución, la que nos hace llegar a final de mes con los bolsillos escasos, por no decir vacíos; y nos dice que la razón de nuestra débil economía doméstica está en la proliferación de las propinas, cuya cuantía no sabemos valorar, lo que debido a su constante estipendio, incluso en las horas del café, aquel de ochenta céntimos la taza ya fenecido, nos impide engordar nuestra libreta de ahorro cada final de mes. La regañina, algo suave, es fruto de Zapatero, paternal y generoso como pocos, advertidos como estábamos por él mismo para la actual legislatura, con un nuevo talante que nos iba a sorprender a todos.

Estamos en los días previos a la Navidad, los de las compras y regalos estirando nuestras posibilidades hasta romperse la goma que sacudirá nuestras manos. Menos mal que velan por nosotros y que nunca nos hemos encontrado tan protegidos, confiados en la bondad del conejo, reciclados para bien en la práctica de la propina y confiados en la bondad de un próximo año económico que nos augura Solbes, nacido en el Pinoso. Murphi en su magistral murphyología, dice que cuando las cosas parece que ya no pueden ir peor, empeoran. En cambio, el ministro económico le da una patada a la teoría, y nos anuncia compungido en la TV matinal, esa que no le gusta a Rajoy, que cómo la inflación está tan alta, lo normal es que baje. A algo nos suena el vaticinio, y lo normal es que en los próximos días todo vuele por los aires, en la “Terminal cuatro” de cualquier mercado de barrio en el momento de la compra del conejo pascual.

Hagamos cocido en nuestro Perol en estas fiestas navideñas, tan tradicional como nutritivo, y olvidemos por unos días de tantos farsantes, empeñados como están en tanta manipulación, en tanta mezquindad, y alcemos los mejores deseos para todos sin olvidarnos del aguinaldo, aunque eso sí, convirtiéndolo antes en pesetas.

13 diciembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXXXVII

En los últimos años del siglo XX fueron cogiendo fuerza las tiendas del todo a cien, en los umbrales de los juegos de luces con los plomos automáticos del láser tan lejanos a aquellos del blanco y negro de los sesenta, cuando imperaban las pequeñas tiendas del cero noventa y cinco, entiéndase de peseta. El todo a cien, por novedad, y a salvo del peligro de la tarjeta del Corte Inglés facilitaba el marquito barato para la foto familiar, completar el maleable juego de cubiertos para los días laborables o un sin fin de cacharros que no servían para nada. Nada que ver con los regalos en la época del blanco y negro, aquella del Cupón Regalo Comercial, que libreta a libreta ibas encortinando el alicatado de tu cocina.

Vino el euro, y con él las tiendas de chinos, de pasillos estrechos y largos preñados de cachivaches, que como los pétalos de una flor seca se caen solo al tocarlos. El todo a cien ha desaparecido por el euro, y aún conserva su nombre, no sabemos porqué. Quizá como homenaje a la desagraviada peseta, o quizá por la nostalgia de una falsa economía que nos pueda remediar de aquello que nos haga falta.

La enmienda a los presupuestos del Estado para el próximo año 2008, nos ha supuesto a los valencianos cinco millones de euros extras, algo así, cómo aquel Cupón Regalo Comercial, como premio a la fidelidad. En cambio, sesenta y ocho millones de euros se han ido para Aragón, ciento cuarenta y cuatro millones para Galicia, ciento sesenta millones para Cataluña, quedando nuestra Comunidad en la cola de los desarrapados: léase desheredados. Salimos pues los valencianos, a un euro por persona, el todo a “cien versión euro”, con el que piensan dejarnos contentos comprando en cualquier tienda de chinos, esas que tanto abundan por las calles céntricas de la ciudad, como también por los extrarradios, incluso en cualquier día festivo, hasta en las horas de la tarde.

En el salón columnario de la Lonja de la Seda, nuestra joya del Siglo de Oro Valenciano, hemos presenciado la inclinación de cabeza del rey Juan Carlos I, el Jefe del Estado español, ante Francisco Camps, nuestro Presidente autonómico, en el momento que recibía de éste la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana. Ello demuestra la grandeza y humildad del Monarca hacia nuestra Comunidad, gesto que debe llenarnos de orgullo por lo que de respeto expresa hacia todos los valencianos. Gesto, que nada tiene que ver, con los habituales desplantes de la insidiosa Narbona, o los de la “coll de tito”, la Excelentísima Señora Doña María Teresa Fernández de la Vega, Vicepresidenta del Presidente, que se pasa por su famélica entrepierna cualquier acto protocolario, experta en sus intrigas áulicas, y que se ha empadronado en Beneixida en una propiedad producto de una recalificación urbanística, operación tantas veces criticada por su partido.

Como la supresión del impuesto del Patrimonio, que cuando la planteó en nuestra Comunidad el Partido Popular, los socialistas la consideraron para favorecer sólo a los ricos; y ahora, el PSOE, la quiere imponer en toda España. No sabemos si es porque estamos en campaña electoral, o porque ellos, los socialistas, son cada vez más ricos; o por ambas cosas a la vez.

Las aguas bajan turbias por Blanquerías, le sede del PSOE valenciano situada en la ribera del río Turia, que dejando de serlo hace años, desde la Moncloa parece que no se han enterado. En su permanente decisión de ningunear a los valencianos, incluso a los de su propio partido, desde Ferraz, el PSOE dirige la campaña electoral de la Vicepresidenta del Presidente preocupado sobre todo en ensalzar su imagen, temeroso de su estrepitosa derrota que sabe de antemano. Como el cauce seco que pasa de largo sin refrescar sus orillas, Ferraz, sede de la cúpula dirigente, ignora al comité de la campaña electoral para la provincia de Valencia, cuya coordinadora ha presentado la dimisión después de haber anulado la Vicepresidenta del Presidente un mitin en el Polideportivo del Cabanyal, a cuyo montaje habían dedicado los valencianos todo su esfuerzo, con la sospecha fundada desde Madrid, de encontrarse con el Pabellón vacío.

El Tribunal Constitucional ha dado la razón a la Generalitat Valenciana en el recurso que el Gobierno aragonés había presentado en contra del derecho de los valencianos a recibir el agua que sobra y se pierde por Amposta, y que luego Narbona, quien algún día tendrá que explicar qué mal le han hecho los valencianos, quiere recuperar, quizá avergonzada. Contra el fallo del Alto Tribunal, no hay posibilidad de nuevo recurso, por lo que es de esperar que ya de una vez por todas, la nobleza baturra se imponga a su testarudez ancestral, doblegándose ésta a la necesaria solidaridad cada vez más en entredicho. Testarudez que se vio acrecentada por culpa del nacionalismo catalán del que hizo piña, y que más que cutre y rancio es taimado y desalmado, interesado en torpedear todo aquello que identifique al conjunto de la nación española, como lo era el Plan Hidrográfico Nacional, prueba del nueve que el entreguismo de Zapatero nunca ha sabido superar.

Al Perol pues con tanta vanidad, como con los que nos ningunean; y arriba el perol, en todo lo alto. Y en esta ocasión sí, terminemos la cucaña con un buen mamporrazo en su centro más tozudo, próximas las fiestas, aunque las tengamos que celebrar recurriendo a un crédito bancario cada vez más necesario.

06 diciembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LXXXVI

No hay nada mejor para parecer honesto que dejar de serlo. Como cuando borracho de fama y nombre quieres aparentar una falsa humildad mostrando el mejor de tus semblantes ante un nutrido auditorio; porque si estás en soledad, todo te importa un pito y sabes que por cualquier impudicia nadie te va a señalar con el dedo; acaso sólo el de Dios, que nos ve a todos. Mas como hay quienes por no ser creyentes, le ignoran, nunca se darán por aludidos. Al menos ante su propia audiencia, a la que ocultan su temor interno y del que se alejan por el inmenso océano de su propia vanidad.

El Magistrado Javier Gómez Bermúdez, el juez estrella que también lo podría ser de Hollywod peinado a lo Yul Briner y no para pasar desapercibido precisamente, el que fue látigo implacable de la tan cacareada teoría de la conspiración, y que con palabras precisas y cortantes mandaba callar a quienes le parecía oportuno, no ha podido, en cambio, o no ha querido evitar la edición de un libro por parte de su propia esposa en el momento justo y favorable para su mayor difusión, camino hacia otras nuevas ediciones. Publicitado en TV1, cuyos telediarios dieron al juez fama y renombre, ha pasado del anonimato a ser habitual en las primeras páginas de todos los periódicos: antes, como juez estrella, cuyas actuaciones en el escenario judicial eran muy bien recibidas por Moncloa, y ahora como producto estrella de librerías, cuyas ventas serán también muy bien acogidas, pero en esta ocasión por el seno patrimonial de su familia. Poderoso es Don Dinero, que si corrompe al ejecutivo y condiciona al legislativo, ahora enamora al judicial, que anhela la alfombra roja de la fama en busca del dinero fácil que adorna su pasillo.

Aquello del valor se le supone, certificado en la impoluta hoja de servicio personal, pero virgen de cualquier contienda bélica que reseñar y por lo tanto sin poder demostrar nada, es un mérito cutre y casposo que se derrumba llegada la hora de la verdad, la única a tener en cuenta, cuando hay que demostrar el valor que supuestamente se supone. Y la limpieza en el poder judicial, del que necesitamos creer, también hay que demostrarla en el campo de batalla, que es el de todos los días, venciendo al peor de los enemigos, el más peligroso por sus tentaciones, que es la del dinero fácil, a la que el Juez Gómez Bermúdez no le ha prestado atención, atacado por uno de sus flancos, que resulta ser el más cercano.

Ahora, más que nunca, y después de casi cuatro años en entredicho como hemos visto a lo largo de la actual legislatura, el poder judicial hace aguas, lo que aprovechan algunos con la intención de mojarse en busca de las mejores rentas, estando más atentos al motorista desaparecido que se hizo famoso antaño cargado con su encomienda, que a hacer valer su independencia actuando con el mayor de los decoros.

El informe Pisa, nombre que nos recuerda a la famosa torre italiana cada vez más torcida, nos informa sobre el hábito de lectura en la juventud española, también en declive. Nos dice que está desapareciendo la afición a los libros por parte de los jóvenes, cada vez más adictos a la telefonía móvil cuya facturación es más elevada, y cuando la abundancia de bibliotecas con servicios gratuitos facilita tener un libro en las manos, más ocupadas en el botellón de ingesta rápida que en la lectura de unos cuantos renglones que seguramente ven torcidos y por ello de más difícil digestión.

Y es que jugar con fuego en los planes de enseñanza, facilitar el pase de curso sin aprobar, o aligerar y cuando no sustraer los contenidos de valores y enseñanzas patrias, propiciando enfrentamientos barnizados con mentiras de historias con diseños a la carta, endulzados con la enseñanza del adoctrinamiento más paleto, lleva a la juventud a la más absoluta de la desconfianza, hacia un futuro muy incierto, dedicando sus días a gozarlos en el más profundo de los aburrimientos, salpimentados, eso sí, por la cultura del botellón que como única tabla de salvación, consiguen con alta nota.

A la tercera, o la enésima va la vencida y esperemos que esta vez sirva para que Zapatero se de cuenta de su gran error. ETA vuelve a matar y nos produce una gran tristeza; como triste es que tenga que volver suceder, para ver si ya de una vez por todas, Zapatero, el Presidente del Gobierno español, comprende de una vez por todas que ETA jamás aceptará una España autonómica. Esto, que debía tenerlo bien claro, prefirió ignorarlo, consiguiendo únicamente escenificar el abrazo del oso que tanto ha beneficiado a la organización terrorista volviendo a las instituciones principalmente. Ni Felipe González, ya de Presidente, -hasta ese momento fue todo lo contrario- ni José María Aznar dieron oxigeno a ETA, por mucho que se quiera poner a la misma altura con el “falso proceso de paz” de Zapatero. Otra de las grandes mentiras que nos tienen acostumbrados los manipuladores de siempre y a velocidad de Formula Uno. Sobre todo, desde aquel fatídico 11-M, cuando imputaron su causa buscando su propio beneficio, a sabiendas, que mintiendo, la meta de la Moncloa estaba asegurada, incluso a costa de unos muertos en una campaña nunca vista en un país occidental, lo que debe producirnos gran sonrojo.

María Teresa Fernández de la Vega, nuestra Vicepresidenta, en otra de sus muchas mentiras, asegura que se acabará con ETA al igual que se hiciera con el franquismo. ¡Ojalá! Ojalá la organización terrorista anunciara su disolución, al igual que las Cortes Españolas franquistas votaron abrumadoramente lo que sabían era el camino hacia la democracia. Ojalá.

Metamos pues al “falso proceso de paz” en nuestro Perol y a buen recaudo, alejado de tanto memo y mentecato. Los experimentos, mejor hacerlos con gaseosa y no con gasolina supuestamente disolvente. Esa que tanto gusta a ETA y a quienes la apoyan que si algo tienen de personas es la maldad, condición esta por desgracia muy humana.