14 diciembre, 2006

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – XXXV

Lo legítimo es lo que es propiedad de uno o lo que con tal condición le corresponde y después lo acredita. Los usos y costumbres como fuentes del derecho también dan a cada uno lo suyo, aunque en ocasiones sean otros los que se apropian de lo que no les pertenece como ocurre con cierta frecuencia. Luego, en otro orden de cosas, está la legítima en guerra cruel, callada o no, con la querida del esposo que adquirió rango institucional allá por los años sesenta. Eran los tiempos cuando la querida era respetada por todos, mientras que a la legítima se le tenía por una santa mujer. Hoy en día todo está más revuelto, más turbulento y la cosa siempre termina en el juzgado o en el campo santo. Todo resulta más visceral.

Existe también otra legítima: esa parte de cualquier herencia reservada para los hijos traídos al mundo como Dios manda. Agotado el tercio, para los “otros hijos” no queda nada. Nadie quiere saber de ellos pero en estos casos no se obedece a Dios, que cuando dijo ¡Multiplicaos!, ni dividió por tres ni siquiera hizo distinción.

En nuestros días está de moda el legitimar venga o no venga a cuento. Y en la actual memez histórica ahora quieren legitimar a la II República que si en su proclamación se ganó ese derecho, fue ella misma la que se deslegitimó pues si por algo destacó fue por la quema de Iglesias y Conventos (nunca se detuvo a los autores); la protección al pirómano (se le consideró un héroe); la censura de prensa (por contar lo que sucedía); la tenencia de armas (el que fuera Ministro de Hacienda se encargó de su logística); el panegírico al asesino (hasta el altar pagano), el golpe de estado (bautizado como Revolución de Octubre); y legitimó también al pucherazo (recuentos tardíos y a conveniencia).

Y claro está, luego vino lo que vino. Con la alegría natural, como no podía ser de otra manera de tantos “legitimados” a las órdenes de Moscú quien por cierto pasó su factura y con la intención de cobrarla. Algunos, en su osadía, dicen que esto es desviar la historia, cuando sólo es contar la verdad, mientras que los “legitimados” son los que la inventan, los que esconden sus miserias por decirlo fino y lo que quieren es ganar, cuando lo que no supieron fue vencer. Así de sencillo. Estamos pues ante las Olimpiadas de la “Mentira Histérica” y son muchos los candidatos a la medalla de Oro, del que por cierto quedó poco: el que había se lo llevaron. Había que pagar la cuenta de tan “desinteresada ayuda” que por cierto bien que la cobraron.

La primera mitad del siglo XX, con sus dos guerras mundiales y periodo entreguerras, estaba dominada por personajes mediocres e ignorantes que habían llegado al poder como consecuencia de los cambios tecnológicos y los políticos. Sobre todo por estos últimos. Con toda seguridad nos hubiera ido mejor si el poder lo hubiese tenido la minoría cultivada, pero como decían que eso era elitismo no les dieron legitimidad. Ahora, los que se legitiman solos, son los nacionalistas, y para eso no necesitan a nadie a pesar de ser tan mediocres e ignorantes como aquellos mangantes de hace un siglo. Esperemos que la historia no se repita aunque los ciclos digan lo contrario y ello nos produzca espanto.

Con Matricula de Honor habrá que ensalzar a D. Manuel Toharia, director del Museo Príncipe Felipe cuando nos da su opinión sobre una avería en nuestro Palau: “Eso puede pasar en cualquier sitio. Una vez en Paris no pude asistir a la Ópera porque hubo un fallo técnico; y ni los periódicos ni la oposición dieron tanta caña. Esto hubiera ocurrido en Francia y todo el mundo hubiera estado a muerte con el Palau”.

Y es que estamos a merced de tanto mercachifle de pandereta, “legitimado” en la política y en los medios de comunicación que hacen de nosotros lo que quieren. Como el kamikaze con mochila a la espalda en un tren de cercanías localizado al instante de la masacre y “legitimado” por el embustero de Iñaki Gabilondo, la estrella de la SER. Vamos, algo así como el león de la Metro Mayer pero con cara de santo aunque de imitación, como un Bulgary de a veinte euros la pieza.

Tabares, colocado por el PSOE en el IVEX y condenado hace dos meses a cinco años de cárcel está en paradero desconocido. Mientras tanto la izquierda valenciana está callada. Ni pío. En el más profundo de sus silencios ahorrando la nauseabunda saliva que necesitan para “deslegitimar” a Fabra. El constante izquierdismo manipulador nunca estará de puente.

Ahora, Zapatero nos quiere “legitimar” que el proceso de paz se diluye. Primero dividió a las victimas y después quiso atraerse a los verdugos que si algo querían no era precisamente la paz. Nos quiso vender la burra y ahora está tramando como echar las culpas al Partido Popular como si éste fuera el culpable de su “merder”. Cuando se juega con las victimas inocentes es cuando el hombre alcanza su mayor grado de monstruosidad por muy buenas intenciones que se muestren y que no son otra cosa que el reverso que ofrecen. Cada vez está más claro que su única intención era la marginación –que tanto gusta a los nacionalistas- constante y permanente del Partido Popular.

La mayor legitimidad de todas es la de ver tu cuerpo entero después de veintiocho años sin brazos con los que comer y poder volver a tocarte la nariz. La cirugía en su constante avance social es en lo que más confiamos. Que el primer trasplante en España de este alcance se haya producido en La Fe de Valencia es algo que nos debe de llenar de orgullo y satisfacción.

Y la mayor legitimidad política es la que los españoles nos merecimos con una transición ejemplar en la que abundaba lo bueno. Ahora es Zapatero quien la deslegitima, nos vuelve al enfrentamiento nacional y pasará a la Historia como un político incompetente, mentiroso y nefasto. Al Perol con él y abriendo de una vez los ojos, duro y al centro. A ver si despierta del alucinamiento en el que está dormido. Qué así sea.

Diciembre 2006-12-14

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