07 diciembre, 2006

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XXXIV
Errar, que es no acertar, también es condición muy humana y hasta muy natural. Lo mejor es acertar, dirán algunos, pero no está nada claro pues de los grandes errores salieron los mejores logros. Si damos por bueno el error, aprendemos de él y estamos dispuestos a su pago, ganaremos con el cambio.

Un error de cálculo ayudó a Cristóbal Colón a descubrir América cuando lo que buscaba era otro lugar. Quería llegar a las tierras de las especias por el sitio más corto y en su error descubrió un nuevo mundo hasta entonces inexistente. El viejo continente que presumía de ser el más culto del mundo, ignoraba hasta sus lindes, porque no sabían de qué estaban hablando.

Como les ocurre a gran parte de la camada de políticos que nos gobiernan, que por cierto, no estudiaron para ejercer el cargo. El “arte del buen gobierno” que practican, se reduce al coche oficial, el insulto al oponente y muy pocas cosas más. Para ellos, el error político no existe porque dicen que siempre está en la acera de enfrente, sin darse cuenta de que la suya es la vanidad.

Y como en lo intelectual andan muy poco finos, vemos el error cometido no sólo político sino también cultural: el del Alcalde de Barcelona que acaba de considerar a Valencia como ciudad catalana. Es ésta una muestra más de la manipulación, llena de mentiras y sandeces, que los nacionalistas utilizan para apropiarse de lo que no les pertenece. Utilizan la vieja y zafia técnica de ir repitiendo una y mil veces siempre lo mismo, mientras la izquierda valenciana calla ante hechos semejantes, lo que nos hace suponer que no quieren enmendar su gran error de hace ya muchos años y que les llevó a la oposición.

El mimetismo de la izquierda valenciana hacía Cataluña es una constante desde los tiempos de la transición. El más actual es imitar el “tripartito” y ahí ven su tabla de salvación. Por ello, Camps reta a Pla a aclarar si avala los países catalanes, la autodeterminación y la República: el programa político de la izquierda nacionalista en su afán de “matrimonio homosexual” ahora que la ley ya lo permite.

Otro claro ejemplo de la persistencia en su error es pensar en la República. La Segunda República Española tuvo muchas cosas malas y hay que reconocer que también las tuvo buenas. ¡La mejor de todas!: la que nos enseñó la conveniencia de no volver a repetir semejante intento. Al menos, para eso, sí que sirvió. Salvo claro está, para los que añoran el enfrentamiento. Como ya lo hicieron desde los primeros días de aquella trágica andadura, empeñados en su revolución y que no nos hace falta recordar de forma terminó.

El Antiguo Régimen pereció hace dos siglos y fue el espíritu de Montesquieu el que ha ido eliminando el poder absoluto de las Monarquías. Como es el caso de la nuestra, cuyo poder es inexistente al haber aprendido la transición española aquella magistral lección. Sin embargo, en la actualidad, es en las Repúblicas donde existe el absolutismo más radical cuyos seguidores republicanos silencian. Bueno es meditar sobre esto y terminar de una vez por todas con tanta manipulación. Como por ejemplo, la de la camada valenciana que sueña con su tripartito y que no tendrían reparo alguno en provocar cualquier otra confrontación, como así lo manifestó el nefasto Carod y no tardará que por aquí, alguien quiera imitarle.

Al habitual una hora menos en Canarias habrá que añadir: y “también otra menos en Galicia”. Gracias al intento del BNG gallego preocupados como están del avance social. Cada vez nos vamos dando cuenta de nuestra incapacidad e ignorancia así como de nuestra orfandad. ¡Qué sería de nosotros sin ellos! Habrá que darles las gracias.

Los partidos nacionalistas dan la espalda a los actos oficiales del Día de la Constitución pero dan la cara a su sectarismo. De esta forma no puede haber estado democrático que se precie, pero sí caminar hacia las dos Españas que los mangantes de turno nos quieren implantar.

Ahora hay quienes quieren convertir la avería de un mecanismo hidráulico, en el ¡hundimiento! del Palau de les Arts, el nuevo emblema de la ciudad. La manipulación es evidente y la soflama parte de los que se proclaman defensores de la ciudad cuando lo único que buscan es su desprestigio. Estamos ante una auténtica caza de brujas que pone en peligro el espíritu democrático de cualquier colectivo. Este nuevo “talante” no colabora con la pretensión de que nos convirtamos en una sociedad abierta, tolerante, avanzada, respetuosa y que se une ante la adversidad. Como es el caso del impresentable concejal Rafael Rubio, que denuncia la falta de “Licencia de Apertura” para el Palau cuando sabe muy bien que la Ley no obliga a ello. Qué se puede esperar de un político como éste, que imputó como causa de una, según él, mala gestión, la enfermedad cancerigena que sufría una destacada dirigente del Partido Popular.

Rajoy se ha buscado un ayudante especial en la figura del caza corrupto, al igual que el caza recompensas de John Ford del oeste en blanco y negro. Quizá ahí esté el quid de la cuestión pues en la actualidad todo se reduce al blanqueo del dinero negro.

Anotemos todos los errores y al perol, para que no se nos olviden y podamos aprender de ellos. En esta ocasión guardemos el bastón para mejor ocasión. Qué así sea.

Diciembre 2006-12-07

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