30 noviembre, 2006

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XXXIII

La comunicación es como mínimo cosa de dos y como máximo para todos los que quieran oír, aunque no todos sean los que escuchen. Pero entre ellos, siempre habrán algunos a quienes nunca les den opción ni para hablar ni para escuchar. Este último caso es parecido a la ley del embudo por la que el más débil siempre tiene que sufrir el estrecho pasadizo del vencido o sea el de callarse. Cuando Juan Palomo se empeñó en comunicar una mentira (yo me la guiso yo me la como) se dio cuenta que llevaba todas las de perder, pero su plan era otro. Juan Palomo quiere esconderse en si mismo sin aceptar la realidad y aunque no tenga salida siempre se encuentre en el mismo punto: en el del permanente engaño.

La comunicación, en ocasiones, brilla por su ausencia entre los poderes públicos con los ciudadanos, y llega producir situaciones que comprimen nuestro corazón. Una jueza deja en libertad a un hombre de ochenta y ocho años causante de la muerte de su esposa al estar compadecido de ella por padecer ésta una enfermedad que le había convertido en un vegetal. El anciano padece el Alzheimer y el fiscal ha retirado su petición de condena, al igual que lo han hecho los hijos de tan compadecidos padres como también lo son ellos. Quizá jueza y fiscal han fallado en la forma más justa a lo largo de su carrera. El anciano matrimonio estaba bien cuidado por sus hijos quienes les prestaban toda su atención. La desgracia se ha cebado en una familia por culpa de que los poderes públicos no hacen todo lo que deben, al no crear centros de internamiento para estos matrimonios donde al ser bien atendidos y sin ningún tipo de carga, discurrieran sus días con una cierta normalidad. Quizá la cuestión se centre en que los enfermos de Alzheimer no acuden a las urnas.

A través de la comunicación se transmiten tanto las verdades como las mentiras, pero éstas por ser tan grandes, son las que más abundan. Y Juan Palomo sabe mucho de eso. La mentira más grande nunca jamás contada por un político en España, ha salido del interior de Zapatero, del más bien, infame Zapatero. Un Presidente de Gobierno tiene la obligación de saber el terreno que pisa y él sí lo sabe: ahí está su mentira. El Proceso de Paz con ETA o Batasuna es una quimera, es un imposible. ETA o Batasuna, ambos son los mismo, jamás aceptará la España autonómica. ETA o Batasuna jamás aceptará el juego democrático. ETA o Batasuna jamás aceptará el respeto a la opinión ajena. ETA o Batasuna jamás aceptará a los vascos que se sienten españoles y representan más del setenta por ciento de las provincias Vascongadas. Y todo ello lo sabe Zapatero. ¿A cambio de qué quieren la paz? ¿A cambio de darles cuatro trozos de España? ¿Quién es Zapatero para negociar esto que es de todos? La soberanía, ¿No era del pueblo? ¿No nos decían esto antes? Dándoles lo que piden ¿nos traería la paz? ¿Quién puede pensar en ello?

ETA o Batasuna, ambos son lo mismo, lo ha sabido hacer muy bien logrando romper el pacto antiterrorista; ETA o Batasuna lo ha sabido hacer muy bien rompiendo la Ley de Partidos; ETA o Batasuna lo ha sabido hacer muy bien buscando entrar en las instituciones; ETA o Batasuna lo ha sabido hacer muy bien para que Europa se vea obligada a cambiar de opinión; ETA o Batasuna lo ha sabido hacer muy bien para rearmarse; ETA o Batasuna lo ha sabido hacer muy bien para convertir en culpables a sus victimas; ETA o Batasuna lo ha sabido hacer muy bien para adueñarse otra vez de las calles.

Son las consecuencias de la comunicación y gracias a ella, hasta un burro que vuela se puede vender al más grande de los burros. Ojalá en estos anidara un noble fin cuando lo que se esconde en ellos es el odio más ruin. Y si ETA o Batasuna dejó de matar, quizá porque se dieron cuenta que no les llevaba a ninguna parte, bienvenida sea su decisión; pero que este árbol no nos impida ver el bosque. El “crescendo” del terrorismo sigue presente en las calles vascas, y sus chulerías, desprecios, amenazas, “talantes” -¿les suena?- los vemos con frecuencia dentro de una jaula a través de la televisión.

La policía francesa comunica que tiene datos concretos del crecimiento de la actividad de ETA en las últimas semanas. No se refieren a manifestaciones culturales, ni a proclamas de convivencia, ni siquiera a cursos para ayudar a los discapacitados. Tampoco para recaudar fondos contra el cáncer o para aliviar el hambre del tercer mundo o para cualquier actividad social. Bueno sería preguntarle a Zapatero a qué se deben los nuevos bríos de ETA. Algo intentaría contestarnos el Presidente y con seguridad se le hincharían sus mofletes, arquearía sus cejas elevándolas todavía más y hasta estiraría sus comisuras para tocarse con ellas sus orejas: Pero también estoy seguro que su cara no se le caería de vergüenza. Son cosas del talante.

Los que intentan comparar la negociación con ETA de Aznar a la del Zapatos, son los mismos que silencian que Aznar sacó a ETA-Batasuna de las instituciones, fue quien firmó con la oposición el Pacto contra el Terrorismo, instauró la Ley de Partidos, consiguió que la Unión Europea condenara a ETA-Batasuna, erradicó la kale-barroca y puso a ETA contra las cuerdas. Todo se ha puesto patas arriba, dilapidando los logros de Aznar. Y todo gracias al infame Zapatero, quien pasara a la Historia de España por ser el autor de la mentira más grande jamás contada y que en su indecencia, más que vencer a ETA ha querido utilizar la mentira para derrotar al Partido Popular. Quizá éste y solo éste fuera su escondido proceso. No es la primera vez que la izquierda española ayuda a ETA. Fue ella, la izquierda, quien a finales de los años setenta justificó y potenció a ETA. Y en nuestros días vuelve a hacerlo otra vez. De diferente forma, pero con idéntico resultado.

Metamos en el más grande perol a todos quienes están logrando nuevos bríos para la organización terrorista insuflándoles la fuerza que había perdido. Duro y a la cabeza con ellos porque si algo tienen en su interior es su odio de generación en generación. Qué así sea.

Noviembre 2006-11-30

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