21 junio, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXII

Treinta años en la vida de cualquier acontecimiento es un numero lo suficientemente redondo y atractivo para fijar nuestra atención en la efeméride, aunque nos resulte menos grato que detener la mirada ante el vuelo de una gaviota, contemplar la puesta del sol sobre un campo de mieses o el despertar al día observando la llama roja en el piélago. Sin embargo, en el solaz del instante pueden cruzar por el recuerdo del pasado todo un conjunto de vivencias que permanecen inolvidables, más si cabe, si el periodo en cuestión corresponde a una etapa trascendental vivida con sumo interés.

Se cumplen estos días treinta años de las primeras elecciones democráticas: aquel momento histórico en los inicios de la transición, que visto desde la perspectiva actual se puede considerar como ejemplar. Aunque no todo el monte es orégano, y si en algo hemos sufrido los españoles durante nuestro paso a la Monarquía Parlamentaria que estamos gozando, ha sido precisamente por culpa de los borrones de tinta negra, sucia, espesa y fraudulenta sobre el papel constitucional por la sencilla razón de que alcanzar la obra perfecta no está en la condición de los hombres. Ausentes las mujeres y es bueno que conste en acta, cuando aún no existía la ley de paridad.

El reconocimiento de comunidades históricas a unas determinadas regiones de España fue un inmenso error, además de una gran mentira historiográfica. Otras, con mayores méritos basados en hechos ciertos, no tuvieron tal consideración, lo que fue sin duda una afrenta a nuestra realidad nacional. Como consecuencia de tanto vacío cultural, las transferencias en educación a Cataluña y Vascongadas sólo han servido para emponzoñar las mentes juveniles en detrimento de su enriquecimiento personal y en contra de la mejor convivencia entre todos los españoles. Aquellos barros trajeron estos lodos que tanto nos preocupan. Incluso la II Republica Española, inmersa en una serie de despropósitos de cuyos resultados todos tuvimos que lamentar, no se atrevió a tanto, y la Historia de España que se enseñaba en los colegios públicos durante aquellos años seudo revolucionarios, era la misma en todo el territorio español.

Sería bueno reconocer y restaurar aquel manchón hediondo cuyas funestas consecuencias estamos sufriendo y tratar de enmendarlo. Valdría la pena intentarlo, aunque para ello tuviéramos que incinerar la fruta podrida y denunciar a los mercaderes que se están aprovechando de una obra imperfecta. Quizá la razón de todo ello sea la de siempre en esta España nuestra: un problema innato propio de quienes en su adormidera cultural no la quieren como nación, favorecidos como están en su somnolencia, por la nefasta visión de estado que tiene Zapatero, un político empecinado en perpetuarse en el poder a costa de lo que sea, tan sobrado de soberbia como falto de bondad, convencido de ser el Mesías de una tierra prometida que no puede ser otra mas que un penal, donde paguen sus crímenes quienes sólo dejarán sus armas cuando alguien se las quite.

Pese a tanta droga nacionalista y deseos de prohibición de la fiesta de los toros, en la Monumental de Barcelona ha sentado cátedra, y para más inri, un madrileño, el torero José Tomás. El público respondió con un lleno hasta la bandera deseoso de participar en su propia fiesta, tantas veces vilipendiada y defenestrada por la oficialidad catalana más proclive a la “formación de un espíritu nacional” -para cuya cátedra estudiaron con buena nota dura cuarenta denigrados años- que en atender los deseos de quienes sufren, no solo una afición reprimida que tratan de castrar desde la Generalitat Catalana, sino también su condición de ciudadanos españoles orgullosos de su fiesta nacional.

Y junto a la fiesta de los toros, la del fútbol, que en un final de liga apasionante, la casta y el orgullo se ha impuesto al buen juego. Sería bueno aprender de esta lección y pensar siempre que la esencia del deporte por excelencia, el del balompié, está en marcar goles, sea de penalti justo o injusto, y no en la infame de convertirlo en una fiesta de la política manipulando y utilizando a la afición.

Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, el Ejército del Aire, la Marina Mercante y un sofisticado conjunto de alertas van a participar en la final de la América Caps. El partido es de alto riesgo y pese a las amenazas, nadie está dispuesto a volar por las brisas marineras por culpa de quienes sólo saben pescar con la dinamita que almacenan escondida en sus entrañas.

Al mismo tiempo, el espíritu de Ermua está de turné por toda España en busca del apoyo y comprensión que necesitan, una vez arrebatados por culpa de Zapatero y los medios de comunicación mamporreros del Presidente que forzaron al menosprecio de las victimas de ETA y la desaparición del Partido Popular en lugar de la banda criminal a la que tanto han fortalecido.

Vicente Vilar, el violador de su esposa ha ingresado en la cárcel de Picasent para cumplir una pena de diez años. Para defenderse de su acto violento destapó una caja de truenos contra Carlos Fabra, diputado del Partido Popular por Castellón. La izquierda valenciana escuchó al acusado hoy en la cárcel y encontró su filón dorado, iniciando una campaña persecutoria que nunca probarán, sólo con la intención de desprestigiar al oponente y cazar los votos de quienes de acuerdo con la “sentencia” y ajenos a la presunción de inocencia, sólo aceptan lo que les conviene. Y es que cuando quiere ganar votos igual defiende a un etarra –recordemos la Transición- o hace caso a un violador, o calla… cuando son ellos los que se enriquecen.

El nuevo Ayuntamiento de Valencia, como todos, ya se ha puesto a trabajar y Rita, nuestra Alcaldesa, ha dado la responsabilidad de cada distrito a cada uno de sus Concejales, por lo que uno de ellos se quedará sin distrito que guardar. En algo pensará la eficiente dama para que se gane el sueldo, como pudiera ser planificar nuevos y más distritos para tenerlos ocupados a todos dentro de cuatro años.

Celebremos pues nuestro aniversario de treinta años, pero demos un buen repaso a nuestra Historia para saber algo más de ella. Seguro que nos sentiremos mejor en nuestro Perol pese a los vanos intentos de romperlo por quienes su única intención ha sido la de adulterarlo. Qué así sea.

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