06 diciembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LXXXVI

No hay nada mejor para parecer honesto que dejar de serlo. Como cuando borracho de fama y nombre quieres aparentar una falsa humildad mostrando el mejor de tus semblantes ante un nutrido auditorio; porque si estás en soledad, todo te importa un pito y sabes que por cualquier impudicia nadie te va a señalar con el dedo; acaso sólo el de Dios, que nos ve a todos. Mas como hay quienes por no ser creyentes, le ignoran, nunca se darán por aludidos. Al menos ante su propia audiencia, a la que ocultan su temor interno y del que se alejan por el inmenso océano de su propia vanidad.

El Magistrado Javier Gómez Bermúdez, el juez estrella que también lo podría ser de Hollywod peinado a lo Yul Briner y no para pasar desapercibido precisamente, el que fue látigo implacable de la tan cacareada teoría de la conspiración, y que con palabras precisas y cortantes mandaba callar a quienes le parecía oportuno, no ha podido, en cambio, o no ha querido evitar la edición de un libro por parte de su propia esposa en el momento justo y favorable para su mayor difusión, camino hacia otras nuevas ediciones. Publicitado en TV1, cuyos telediarios dieron al juez fama y renombre, ha pasado del anonimato a ser habitual en las primeras páginas de todos los periódicos: antes, como juez estrella, cuyas actuaciones en el escenario judicial eran muy bien recibidas por Moncloa, y ahora como producto estrella de librerías, cuyas ventas serán también muy bien acogidas, pero en esta ocasión por el seno patrimonial de su familia. Poderoso es Don Dinero, que si corrompe al ejecutivo y condiciona al legislativo, ahora enamora al judicial, que anhela la alfombra roja de la fama en busca del dinero fácil que adorna su pasillo.

Aquello del valor se le supone, certificado en la impoluta hoja de servicio personal, pero virgen de cualquier contienda bélica que reseñar y por lo tanto sin poder demostrar nada, es un mérito cutre y casposo que se derrumba llegada la hora de la verdad, la única a tener en cuenta, cuando hay que demostrar el valor que supuestamente se supone. Y la limpieza en el poder judicial, del que necesitamos creer, también hay que demostrarla en el campo de batalla, que es el de todos los días, venciendo al peor de los enemigos, el más peligroso por sus tentaciones, que es la del dinero fácil, a la que el Juez Gómez Bermúdez no le ha prestado atención, atacado por uno de sus flancos, que resulta ser el más cercano.

Ahora, más que nunca, y después de casi cuatro años en entredicho como hemos visto a lo largo de la actual legislatura, el poder judicial hace aguas, lo que aprovechan algunos con la intención de mojarse en busca de las mejores rentas, estando más atentos al motorista desaparecido que se hizo famoso antaño cargado con su encomienda, que a hacer valer su independencia actuando con el mayor de los decoros.

El informe Pisa, nombre que nos recuerda a la famosa torre italiana cada vez más torcida, nos informa sobre el hábito de lectura en la juventud española, también en declive. Nos dice que está desapareciendo la afición a los libros por parte de los jóvenes, cada vez más adictos a la telefonía móvil cuya facturación es más elevada, y cuando la abundancia de bibliotecas con servicios gratuitos facilita tener un libro en las manos, más ocupadas en el botellón de ingesta rápida que en la lectura de unos cuantos renglones que seguramente ven torcidos y por ello de más difícil digestión.

Y es que jugar con fuego en los planes de enseñanza, facilitar el pase de curso sin aprobar, o aligerar y cuando no sustraer los contenidos de valores y enseñanzas patrias, propiciando enfrentamientos barnizados con mentiras de historias con diseños a la carta, endulzados con la enseñanza del adoctrinamiento más paleto, lleva a la juventud a la más absoluta de la desconfianza, hacia un futuro muy incierto, dedicando sus días a gozarlos en el más profundo de los aburrimientos, salpimentados, eso sí, por la cultura del botellón que como única tabla de salvación, consiguen con alta nota.

A la tercera, o la enésima va la vencida y esperemos que esta vez sirva para que Zapatero se de cuenta de su gran error. ETA vuelve a matar y nos produce una gran tristeza; como triste es que tenga que volver suceder, para ver si ya de una vez por todas, Zapatero, el Presidente del Gobierno español, comprende de una vez por todas que ETA jamás aceptará una España autonómica. Esto, que debía tenerlo bien claro, prefirió ignorarlo, consiguiendo únicamente escenificar el abrazo del oso que tanto ha beneficiado a la organización terrorista volviendo a las instituciones principalmente. Ni Felipe González, ya de Presidente, -hasta ese momento fue todo lo contrario- ni José María Aznar dieron oxigeno a ETA, por mucho que se quiera poner a la misma altura con el “falso proceso de paz” de Zapatero. Otra de las grandes mentiras que nos tienen acostumbrados los manipuladores de siempre y a velocidad de Formula Uno. Sobre todo, desde aquel fatídico 11-M, cuando imputaron su causa buscando su propio beneficio, a sabiendas, que mintiendo, la meta de la Moncloa estaba asegurada, incluso a costa de unos muertos en una campaña nunca vista en un país occidental, lo que debe producirnos gran sonrojo.

María Teresa Fernández de la Vega, nuestra Vicepresidenta, en otra de sus muchas mentiras, asegura que se acabará con ETA al igual que se hiciera con el franquismo. ¡Ojalá! Ojalá la organización terrorista anunciara su disolución, al igual que las Cortes Españolas franquistas votaron abrumadoramente lo que sabían era el camino hacia la democracia. Ojalá.

Metamos pues al “falso proceso de paz” en nuestro Perol y a buen recaudo, alejado de tanto memo y mentecato. Los experimentos, mejor hacerlos con gaseosa y no con gasolina supuestamente disolvente. Esa que tanto gusta a ETA y a quienes la apoyan que si algo tienen de personas es la maldad, condición esta por desgracia muy humana.

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