29 noviembre, 2007

ESPARDEÑAS Y PEROL TRENCAT – LXXXV

Con pan y vino se anda el camino, pero si a la impregnada hogaza le añades algo de azúcar y la dejas esponjar, resulta algo riquísimo con las vitaminas necesarias para alimentar nuestros motores, lejos de los triglicéridos tan amenazantes de nuestra salud y que tanto nos estresan. Sobre todo, cuando de un poco sangre extraída de nuestra vena da positivo y con varias estrellitas al lado. La cordialidad es como el vino y el azúcar, que nos hace sentirnos mejor, más esperanzados, aunque siempre vigilantes no sea flor de un día, como en estos momentos de cara al invierno, cuando los pétalos se amustian, salvo la flor roja de Navidad que ya se acerca.

El alcalde de Zaragoza, el socialista Juan Alberto Belloch viene a Valencia con la mano tendida, justificando a nuestra alcaldesa Rita Barbera, siempre en defensa de lo suyo, postura que no solo comprende, sino que también legitima. Quienes trataron de enfrentar a Valencia y Zaragoza por los problemas del agua son los que no quieren entender que Valencia sólo pide el agua que se pierde por el mar. Ni una gota más queremos del Ebro. Sin embargo, la Narbona, derrochadora ella, quiere luego recuperarla con las desalinizadoras, quizá porque entienda más de las cuestiones del salitre que las del azúcar. Por lo que es de justicia resaltar la cordialidad del morarubialense Juan Alberto Belloch, zona aquella hermanada a Valencia por tantos lazos vecinales, aunque temo sirva para bien poco, pues él, nada tiene que ver con la despreciativa y mentirosa Ministra, ni con la Vicepresidenta, valenciana ella, pero de cuyo valencianismo ha renunciando toda su vida, al menos hasta hace unas pocas semanas. Ahora, cara a las elecciones, ya no nos sirve: ¡A buenas horas, mangas verdes!

Y resulta ser, que la Vicepresidenta del Gobierno Zapatero, cuya época estudiantil la hizo en Madrid, luego en Barcelona y su carrera política como Diputada por Jaén y luego por Segovia y Madrid, se siente valenciana ella. Ahora, el PSOE, preocupado por el fracaso en las últimas elecciones autonómicas y municipales, Zapatero apuesta por ella y en otra de sus jugadas “maestras” y resultado que será funesto, la presenta como cabeza de lista por la provincia de Valencia.

María Teresa Fernández de la Vega, enjuta de cara y delgada del resto, de pelos en punta en ocasiones y labios como rastrillo de púas hirientes, disimulado por trazos a veces azules, ha desembarcado en Valencia con acta de fama y nombre, con cierto predicamento, y se manifiesta altiva -diestra y firme ella- en el manejo de un particular sentido del protocolo tan alejado del real, quizá por su subconsciente. Aprovecha cada evento para figurar o bien sola o en lugar prominente, sea en la ocasión de la visita de un estadista a Valencia, en la de un desbordamiento fluvial, incluso dentro del Vaticano. Protocolo que dejó aparcado estableciendo el suyo propio para que picara Francisco Camps, al ver que le habían cambiado el sitio fijado el día anterior para la embajada española; lección que la Vicepresidenta del Presidente ha hecho extensiva a sus correligionarios ante la campaña que se avecina como una nueva acepción del talante que nos inunda, cuyos nuevos significados pronto aparecerán en el diccionario de la RALE.

Cada vez que una mujer muere asesinada por la violencia de sexo (¿genero?) sale de nuevo a la escena como nuevo acto teatral, que siempre es preámbulo del siguiente al que publicita, y cuyo acto final no vemos cerca. Cada día, cincuenta informes médicos se producen sólo en nuestra Comunidad –que son los más graves, más los que son leves que por lo tanto ignoramos, pero que pronto sabremos porque con el tiempo el hematoma tiende a crecer- procedentes de causas violentas en nuestras casas, fiel reflejo de la sociedad que vivimos, y cuya solución se pretende con un GPS aprovechando la revolución tecnológica que nos invade. Mal va la cosa, y el remedio se aleja, agravada más, cuando vemos una juventud por la calles con pasamontañas dando trompazos a diestro y siniestro convencida que así se solucionan los problemas. La escalada de la violencia es tal, que ya nadie se atreve a señalar su primeros escalones, el de las aulas escolares donde el débil está inseguro, o el de la facultad donde el todo vale menos el debate con la palabra también, escalones estos dónde desde hace años los políticos hincaron el diente en busca del voto, cambiando modos y formas que han desaparecido de nuestra sociedad y que tanto lamentamos la mayoría que los sufre. Se ha celebrado el “Día internacional contra la violencia doméstica”, como otro más de los muchos existentes: contra el alcohol, la droga, el tabaco o contra el nerviosismo implacable, sin caer en la cuenta que no sirven para nada si no cambia la actitud de quienes tienen la obligación de velar por todos, dedicados como están a la mentira permanente, diciendo que son otros los que mienten, ocultando así sus propias mentiras convertidas en las verdades absolutas de lo políticamente correcto.

Iniciadas las obras en el edificio de la vieja Fábrica de Tabacos los socialistas valencianos acusan a Rita Barbera de atentar contra nuestro patrimonio histórico por derribar sus naves anexas, alejadas del cuerpo central y con pinta de un desvencijado y viejo almacén. Que acusen ellos de atacar a nuestro patrimonio, cuando todos sabemos lo que hicieron alicatando el graderío del Teatro Romano de Sagunto, es uno más de sus muchos insultos a la inteligencia humana dentro de esa enorme burbuja adormecedora en la que intentan meternos, merced a su centenario izquierdismo manipulador, que si es siniestro, de forma diestra lo dirigen.

Metamos pues en nuestro Perol a la Vicepresidenta, pero con un fin didáctico y costumbrista. Ya que al necesitar ponerse al día en cosas de nuestra Comunidad, le vendrá bien conocer la existencia de nuestras cucañas, por lo que apartamos el bastón, al menos por el momento.

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