14 septiembre, 2006

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – XXII
La soledad convertida en monomanía es la más desgarradora situación a la que llega el ser humano y la mejor opción que le queda al solitario es tener alguien al lado para hacerle la puñeta. A sus voces, tan delirantes como vacías, jamás llegan respuestas porque los ecos no se hablan con el silencio; pero a él ni falta que le hace porque no va a hacer caso a nadie. Es en ese momento de quebranto interno cuando ya sólo le queda el recurso del clavo ardiendo para abrasarse en su propia melancolía. Pero si la soledad es del miserable es cuando adquiere tintes de tragedia y la banal puñetería se queda en un simple juego de niños.

Hace unos días en la histórica capital del Valle de Ayora, un homicida cumplió su amenaza y mató a su mujer a la que había intimidado diciéndole, que si te vas te mato; sencillamente porque él, en su soledad enfermiza, se consideraba de ella dueño y señor. Cuestión de celos, parece ser. Ahora hemos escuchado al etarra Ignacio Bilbao, en su soledad carcelaria, amenazar a un juez con el me matas o te mato. Como decía Calvo Sotelo son cosas distintas y distantes, aunque en la dos aparece la sentencia de la muerte.

Puedo entender que no justificar, el recurso a los celos de un enfermo que recurre a una azada para matar a su mujer. Escuchar a diario acciones semejantes no es más que alimentar ideas que van penetrando en los recodos enfermizos del alma.

Pero el “me matas o te mato” se merece una aclaración y que alguien la explique pronto y bien. Por qué lo que yo no entiendo y creo que nadie tampoco, es al Zapatos negociando con semejantes energúmenos. Por más acepciones que busco en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la palabra mentira no casa con el buen talante. ¿Quién nos miente en esta farsa?

¡O me matas o te mato! Vaya “fregao” el que se ha metido Zapatero alimentado a quienes, como el Cid que después de muerto siguió venciendo, después de matar quieren seguir ganando.

Ahora el Consejo de Ministros no sólo cesa a la persona del Alto Comisionado de las Victimas del Terrorismo sino que elimina el cargo. Se veía venir este final porque cuando no hay intención de estar al lado de la victimas sino de zaherirlas, cuando no hay intención en defenderlas sino en atacarlas, cuando no hay intención de agruparlas sino de dividirlas, al Zapatos sólo le queda esconderse con sus mentiras; una más de su colección tan particular como privada.

Y mientras la Informática avanza en el mundo y facilita cualquier gestión, España está colapsada por colas tercermundistas para la sencilla gestión de obtener un pasaporte. Qué es lo que habrá hecho un Ministro del Interior que sólo se dedica a defender a los etarras encarcelados diciendo que no todos son Txapotes o Bilbaos, qué unifica mandos no sabemos con que intención, y que sin embargo complica la vida y de gran manera a quienes sólo necesitan la obtención de un simple carné para salir de España.

El que sí ha tenido un buen comienzo es Juan Clos que solo ante la Ley, “promete” la creación de un nuevo Ministerio: el de Justicia, Turismo y Comercio. Más que un despiste ocasional lo que parece es una metedura de pata propia de quienes están dispuestos a ejercer de cualquier cosa.

Está también la soledad del político y de esa sabe algo Ignacio Pla, siempre solo ante el peligro. Su problema lo tiene por la cobardía ante su partido que jamás hizo nada por él. La soledad del político es la del mendigo y en esas está Ignacio Pla. Sólo le queda el recurso de pedir limosna con el clavo ardiendo de una moción de censura que le llevara a la tumba. Con el tiempo lo veremos en el Senado, auténtico nido de agradecidos, donde tendrá ocasión de un muy buen comer, una agradable cama en hotel de lujo y un mejor sueldo; además de tener muy poco que hacer.

Aunque también hay soledades de muy noble condición de las que los políticos viven tan alejados. En nuestra ciudad, el veinticinco por ciento de las personas mayores de sesenta y cuatro años viven solas, y alguna de ellas dice que vivir sola le da vida. El sofista Sócrates decía que la familia es un atentado a la libertad individual del hombre. Ambos dicen casi lo mismo a pesar de los veinticinco siglos que les separan; algo de razón deben de tener tanto el filósofo griego como la mujer valenciana que sabe llevar su soledad sin molestar a nadie.

Los que salen de su soledad y hacen acto de presencia es la kale barroka que vuelve para apoderarse de las calles vascas. El Zapatos anda callado mientras el Alcalde Odón Alcorta, con cara de inocente, les pide por favor que cesen en sus actos y pide a Otegui que los condene. Toda una declaración de buenas intenciones cuando todos sabemos que las jornadas de descanso sólo sirven para reponer fuerzas. Lo que nos gustaría saber es por qué Zapatero está empeñado en mentirnos falseando una situación que está a la vista de todos. Lo bien cierto es que Batasuna está cada vez más fuerte y a un pie de las instituciones; para ser una organización terrorista las cosas no están nada mal, al menos para ellos.

Bueno sería meter en el perol a todos quienes desde su soledad y con la osadía de la mentira se comporten como ruines. Luego, darles un buen garrotazo si no para matarlos al menos para lanzarlos fuera de nuestra orbita y que por los siglos de los siglos estén con su soledad a cuestas. Qué así sea.

Septiembre 2006-09-14

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