12 octubre, 2006

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – XXVI

Cuando cunde el pánico nada es previsible, la angustia se desborda, no miramos a nuestro derredor y nos quedamos anclados en el miedo que al no ser huidizo se apodera de nosotros. Menos para los que salieron corriendo en un cine valenciano al aviso alarmista de un espectador de que un moro ausente había dejado allí una mochila en el suelo. Se proyectaba World Trade Center, la del 11-S neoyorquino.

Todo quedó en agua de borraja pues fue cuestión de un simple pis que había obligado a un espectador a abandonar la sala. El subconsciente del asustado vecino de butaca convirtió al alemán en moro y el pánico cundió en el cine, saliendo los asistentes escaleras abajo. Y es que nos creemos tantas cosas que no son, que hay quienes, sabiéndolo se aprovechan de ello. El pánico, el miedo y las urnas, suelen dar muy buen fruto, pues alguien los une. Siempre habrá un político infame y con mucha jeta, que sacara buen jugo para su altar particular donde comulguen sus fieles.

Lo que me produce verdadero pánico es ver el enfrentamiento en todos los sectores de la sociedad como en el caso de los Juzgados de Madrid en el que vemos a un funcionario de un famoso proceso entrar a cara tapada temeroso de algo. No se trata de un caso donde los habituales rufianes del hampa se cubren el rostro, ni de policías que prefieren no ser identificados, ni siquiera de quien avergonzado prefiere guardar su intimidad. Algo huele a podrido en un caso dirigido, con interferencias del Gobierno y con denuncias entre los mismos integrantes de nuestro Poder Judicial del que tanto recelamos. Estos enfrentamiento, impensables antes de Zapatero, nos llenan de sonrojo y espero que llegue el día que el Zapatos pague por ello. Hay quienes resuelven estos problemas, como otros más, echando la culpa a los políticos cuando sólo es el Zapatos con su talante el culpable de tanta insolidaridad, como la existente entre las autonomías de esta nación que es España.

Una vez al año no hace daño. Es lo que piensa Zapatero que viene a Valencia a dar su mitin. Un par de horas entre nosotros y no se queda ni para comer. Si esto no les produce pánico a Pla y Alborch habrá que preguntarles qué a que juegan aunque ellos lo que se preguntaran es: qué es lo que habremos hecho para merecer esto. Quizá no hacer nada sea la razón y ante tanta dejadez lo mejor es recordarle a Pla su viaje al Deltebre para brindar por la derogación del Plan Hidrológico Nacional tan necesario para la Comunidad Valenciana. Lo que es una lastima es que a los fieles asistentes a la Fuente de San Luís para ver a Zapatero, no se les ocurriera aprovechar la ocasión y ya que el Zapatos nos niega el agua al menos llenaran las garrafas.

De pánico el espectáculo en el Camp Nou en ocasión de un partido “regional” entre las Vascongadas y Cataluña. Cuando en un encuentro la violencia gana a la cultura por goleada es para coger miedo. Los auténticos deseos de la patochada se fueron viendo cuando el graderío se cubrió de violencia con exaltaciones a ETA, a los terroristas y con voces de odio a España. El Camp Nou se convirtió en el cráneo de un pensamiento único que nada tiene que ver con el de la mayoría del pueblo catalán que, estoy seguro, permanecía libre en sus casas ante tanta provocación. Poco más de cincuenta mil cerebros alienados alimentados por un palco VIP en el que se albergaban, exultantes, los líderes de tanta infamia.

Aunque a veces, el pánico, se ve también a cielo abierto, como es en el caso de los “cabezas rapadas”, xenófobos y antisemitas que aprovechándose de la noche agredieron como salvajes a un grupo de jóvenes valencianos en el paseo de la Alameda junto al Puente del Real. Auténtico pánico nos produce tanta violencia, tanto una como la otra, las que vamos sufriendo ante el desconcierto de muchos y el apoyo de unos pocos ante el silencio de Zapatero.

Mucho cuidado deberá de tener el Partido Popular cuando recibe la invitación de Pepino Blanco para navegar juntos. El abrazo de oso de semejante individuo es para estar atentos. Produce pánico ver su cara fruncida de ojos felinos y amenazadores, boca salivosa y blasfema y de ceño vengativo. Cuando un hombre como es su caso, se deshumaniza, lo mejor es dejarlo con sus propios vómitos para que engorde y de paso ver si revienta.

Para pánico el pepinazo atómico que han metido en las entrañas de la Tierra los comunistas coreanos del norte a cuyo pueblo gobiernan asolado por la miseria. La miseria y el comunismo, cuando éste manda, siempre han ido muy unidos por más que lo nieguen sus correligionarios occidentales cuyo único dato veraz es el odio o la envidia que sienten por el capital. Algún día habrá que pedir cuentas al socialismo democrático por la ayuda que siempre presta a tan siniestra y nunca mejor dicho ideología.

Así pues hay que estar atentos al pánico porque cuando entra en tu cuerpo jamás pide permiso. Y lo hace para causar estropicio sin ningún tipo de explicación. Casi siempre sin ninguna causa real que lo justifique aunque son muchos, masoquistas confesos, quienes lo reciben con agasajos como si de un gran personaje se tratase.

Pánico producen esos recién casados de Cabanes que después de pasar el día junto a unos amigos y ante la extrañeza de todos, el hombre ha matado a su mujer de un disparo y luego se ha quitado la vida. Parece ser que tenía depresión, pero son cosas del pánico actual, tan de moda, en una sociedad cada vez más enfrentada por todas sus partes. Lo perverso de todo ello es que hay quienes están atentos y con sus listas de enganche dispuestos.

Metamos en el perol trencat a los que producen pánico y a quienes de él se aprovechan. Y junto a ellos, el pepinazo atómico norcoreano, aunque sólo fuera para asustarles con la esperanza de que dejaran para siempre su juego de villanos. Qué así sea.

Octubre 2006-10-12

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