26 octubre, 2006

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XXVIII
Una línea sutil, infinita y también frágil distingue la obsesión de la constancia. Pocas veces sabemos en que parte nos encontramos, el salto olímpico es constante. Es un paso fronterizo sin aduanas en el que la obligación de enseñar nuestras maletas no se exige, aunque se debiera. Nuestra carga preconcebida la llevamos con nosotros, simulada en nuestra piel en la que se esconde al igual que una lapa. Esto es lo que hace que estemos ante nuestro horizonte, tantas veces pequeño, en el lado de la obsesión o en el de la constancia. Y a veces todo va revuelto, como en un paquete oferta que te ofrecen al dos por uno con vencimiento al mes de mayo próximo y sin preguntar por tu saldo.

El pan nuestro de cada día es hablar de la corrupción del oponente, porque sólo los de la acera de enfrente lo son; antes se les llamaba de otra forma. Cualquier avería en el metro por insignificante que sea deja de ser normal y se convierte en renta vitalicia.En Cataluña los preservativos suben al estrado y dan su mitin electoral y en la Audiencia Nacional sale de nuevo Iñaki Bilbao con amenazas de tiros a un Juez.

Estamos obsesionados saltando de la orilla de la normalidad a la de la visceralidad por la constancia de quienes nos dirigen empeñados en la confrontación. Y así nos va. Quien ha puesto el dedo en la llaga es Alfonso Guerra, quien ha dicho que los nacionalismos están contaminando a toda España y a todos los partidos. Mejor sería que dijera, que ello, gracias a la obsesión congénita de Zapatero, que es quien ha aportado el veneno al guisado.

Celebrada la elección de Presidente a la Academia Valenciana de la Lengua, el candidato Emilio Casanova ha criticado el resultado de la elección alertando que se ha perdido una ocasión histórica para separarse de las instrucciones del Partido Popular. Olvida el mal perdedor que la Presidente recién reelegida lo fue de consenso, mientras que él sigue las órdenes de la Universidad Literaria de la que es Catedrático. La misma Universidad que expulsó al también catedrático Ubieto Arteta, mucho más digno que él, y contrario a la catalanización que el candidato Emilio Casanova pretende con obsesión y constancia.

Las rebajas también son un fenómeno constante. Las vemos esta vez en la Justicia, que reduce un noventa por ciento la fianza del terrorista Otegui por gentileza del Juez Garzón y la generosidad de Zapatero que tanto nos engaña.

Como engañados estábamos, pues siempre nos habían hablado de la europeidad de Cataluña, aunque en verdad nunca nos indicaron de que época. Ahora estamos asombrados de ver lo que ocurre por sus calles en vísperas de elecciones. Todo parece indicar que se referían a la de los bárbaros noreuropeos que nos invadieron allá por el siglo V.

Y es que no salimos de nuestro asombro, como cuando uno sale de la ducha y lee las declaraciones a un diario valenciano de Antonio Bernabé, nada menos que Delegado del Gobierno en nuestra Comunidad. Al leerlas sólo nos queda el recurso de volver a empezar el día, duchándonos otra vez para volver a la realidad. ¡Cómo se puede ser tan servil en semejante cargo, con la constancia de no hacer nada y con la obsesión de la mentira!

Don Manuel Fraga acuñó una famosa frase: ¡La calle es mía! Lo cierto es que nunca fue de él. Han pasado muchos años y la idea permanece. Va convirtiéndose en realidad con una Ley de Videovigilancia, aprobada hace casi diez años. Ya son varios los ayuntamientos valencianos que van poniéndola en marcha. Puede que a muchos no les guste por un sentimiento basado en la protección de la intimidad, como si fuera ésta lo único que hay que proteger, pero son los mismos que cuando se vieran perjudicados por los delincuentes no rehusarían la información en su propio beneficio. La calle es de todos pero como cualquier orquesta bien afinada, la batuta es de uno solo.

Habrá que poner un diez a Mariano Rajoy, líder de la oposición, por su contestación a la oferta del PSOE de un pacto de Estado contra la corrupción urbanística en España: ¡Qué dejen de robar y que actúen policías y jueces! Abundo yo: ¡Menos viajes a Andorra! Ahí no hay pactos que valgan, mientras que el que nos importa es el Pacto contra el Terrorismo que el Zapatos despreció.

Los candidatos socialistas de Valencia están tan obsesionados que ya no saben ni lo que se dicen. En su moción de censura, Pla, dijo que España va bien, y ahora, Carmen Alborch en su presentación junto a Pla como candidatos a la Alcaldía y a la Generalitat, dice que Pla será Presidente “si Dios no lo remedia”; a lo que le contesta Ignacio Pla “Carmen, será si Dios quiere”. Imagino que la Alborch algo debía saber de Dios pero no sabía qué.

ETA ha robado trescientos revólveres y cincuenta pistolas en una armería gala. Debía ser que buscaban una papelería pero no la encontraron. Y es que cuando se quiere firmar un proceso de paz siempre hay que llevar bolígrafos de repuesto. Mala cosa la de Zapatero dispuesto a jugar o inventarse un proceso de paz le estallará en las manos. Llegará el día que se dé cuenta del mal que está haciendo a la sociedad, pero para ese momento ya ha adiestrado a Blanco y a quién habrá que echar la culpa.

Metamos a ETA y a quien nos engaña en el Perol. En esta ocasión para romperlo; con la esperanza de hacer lo mismo con la crisma de los que van dentro. Qué así sea.


Octubre 2006-10-26

1 comentario:

Anónimo dijo...

La divisoria entre obsesión y constancia, como tú bien dices, no siepre es perceptible. Pero el problema es cuando a debate debemos, obligatoriamente, situar otra línea más, una que sí es perceptible al sentido común: la línea de la estupidez. Esa estupidez que demuestra cada día el grupito que nos gobierna, que sitía a De Juana por encima de Miguel Angel Blanco, a Otegui por enima de la Constitución y, en definitiva, a la poltrona propia por encima de los valores humanos. Una línea de la estupidez que sí se confunde con la línea de la sinrazón, de la desvergüenza, del provecho propio, de la mentira y de muchas, muchísimas otras cosas que convertirían la lista en el Quijote virtual.
Eso, eso... Vamos a meter en el Perol a todos esos estúpidos de mugrientas cabezas pensantes de estrategia manipuladora. Ellos -y sus nuevos aliados, los de las pistolas y el tiro en la nuca- están haciendo de la confrontación beneficio.
Un saludo.
Germán.