13 septiembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXXIV

Los ciclos históricos son tan contagiosos que no se resisten a abandonarnos, y para bien o para mal, vuelven siempre a la carga, cual vulgar mosca cojonera que cuando se aleja, al poco, vuelve contra nosotros por lo mucho que nos necesita. Los ciclos son también como los elásticos de oficina cutre o antigua, aquellos que se estiraban hasta no dar más de sí, para volver siempre al mismo sitio. Para eso están los ciclos, por los siglos de los siglos, ahora toca decir amén. Por todas partes, próximas o lejanas, cualquier hecho se repite, siempre con mayor o menor frecuencia y no sabemos cual es la causa, pero cuando sale de nuevo a escena -aunque nos resulte extraño- nos damos cuenta enseguida que no hay nada nuevo bajo el Sol, nuestro padre de todos, y nos viene a la mente que algo de eso ya ha sucedido en otros momentos de nuestra historia. El Google Earth que tanto furor está causando a los aficionados deseosos de ver las cosas más de cerca –cuando es imposible aproximarse a ellas- nos muestra a los planetas navegando con precisión milimétrica por los mismo por caminos, cuyo origen desconocemos en el ciclo natural de las cosas y del que nosotros saltamos en marcha hace ya miles de años. No debe extrañarnos pues: de tal palo tal astilla, que lo nuestro sea repetir lo que otros antes hicieron.

Tata Motors, una más de las tantas moscas cojoneras empeñadas en que a ella nos aupemos, nos va a ofrecer un pequeño utilitario de cuatro puertas, motor de seiscientos centímetros cúbicos, sin aire acondicionado ni elevalunas eléctrico al módico precio de mil ochocientos euros. Nada que ver, por supuesto, con un motociclo light con capucha incorporada, sino de un auténtico utilitario semejante al que en los años sesenta cambió nuestras vidas acercándonos unos a otros cuando estábamos separados por la distancia. La ley cíclica se cumple una vez más y vuelve algo de nosotros con la añoranza de un pasado que creíamos haber perdido.

Tampoco tiene nada de nuevo la disputa por un cargo presidencial al que siempre acuden más de una mosca deseosas del mejor puesto. La alcaldesa Rita y la ministra Salgado andan a la greña por presidir el Consorcio de la 33ª edición de la Copa del América en los inicios de su nuevo ciclo. Y es que no hay nada peor que salir escocido de una apuesta electoral. El desprecio de Zapatero a la anterior edición de veleros impulsados por nuestro viento del Garbí, le produjo un fuerte dolor intestinal pasadas las elecciones de Mayo. Ignoró a Valencia, y el empecinado sátrapa no quiere volver al recurso del bicarbonato, por lo que desea coger el timón con la gorra de capitán sin haber opositado a ella –pasó olímpicamente de tan importante evento- ni hacer nada para merecerlo. ¡A buenas horas mangas verdes!. Sólo le queda el recurso del Decreto Ley, y es lo que ha hecho nuestro ínclito Presidente del Gobierno español. Por redaños, esos que no tendría valor de utilizar, si la América Caps fuera en Barcelona, negándole a la Alcaldesa Rita el honor que le corresponde de presidir durante su nueva etapa lo que se merece; no solo por derecho, sino por el gran el éxito alcanzado reconocido por una amplia mayoría, por cierto siempre absoluta. Una alcaldesa sólo puesto en entredicho por quienes jamás reconocieron sus meritos, aquellos que han sido siempre derrotados en las urnas cada que vez que ante ellas se enfrentaron, haciéndolo a una opción abanderada por una mujer ejemplar que ama y quiere a Valencia como nadie.

Por redaños decía. Al más puro estilo Zapatero: el de su genuino talante. Vestido con el esbozo de la mentira: su mejor pregón. La capa negra y larga donde se esconde el truhán: contrapartidas con los etarras que tan mal le han salido y cuyos efectos estamos sufriendo. Las botas sucias de barro que recoge por donde pisa: lo que anuncia falla. Y la insolencia de su falsa y estudiada risa propia de los vulgares trileros, sus amigos de juegos. Llegar a un cargo sólo por accidente tiene estos pagos, y hay que reconocer porque justo es, que al menos los está sufriendo.

La Presidenta de las Cortes Valencianas quiere ahorrar una parte de nuestros impuestos, lo que no es un mal ejemplo. Primero se bajó el sueldo, junto a sus compañeros de mesa, y ahora quiere quitar a todos los parlamentarios la hora del almuerzo, la ancestral costumbre tan arraigada en nosotros con pincho de tortilla aceitosa incluido, bocadillo de calamares retorcidos y café cortado o del tiempo. Y también eficaz bálsamo al cruce de las palabras hirientes en el interior del hemiciclo, que siendo parte del juego, merece la hora del fugaz reposo. La medida, impopular entre ellos, mejorará su barriga cervecera, rejuvenecerá su aspecto, pero les privará de hacer buenas migas a la plancha, que además de sabrosas siempre son útiles en beneficio de todos.

La organización terrorista ETA ocupa de nuevo las primeras páginas de la prensa nacional con sus amenazas de siempre, cada vez chulescas. Como siempre, acusa al Gobierno de turno –así lleva más de cuarenta años- como máximo responsable de sus actos más violentos, lo que no es nada nuevo. Zapatero aprovecha las soflamas propagandísticas para hacernos ver que jamás cedió ante ETA, lo que es un insulto a la inteligencia del pueblo español, que si en muchas veces cerró los ojos a la veracidad de los hechos, ahora, por evidentes como recientes, no puede negarlos. Las cesiones de Zapatero que tanto alimentaron a la bestia etarra no pueden caer en el olvido, por mucho que el Zapatos quiera hacernos comulgar con ruedas de molino, al más puro estilo suyo tan propio, el de su peculiar “talante” que tan sibilinamente vendió al que estuvo dispuesto a comprarlo.

Llegado a Septiembre, el mes de la repesca, metamos a Zapatero en nuestro perol, residencia tantas veces merecida. Alcemos la cucaña y fuerte, duro con él. A ver si despierta. En las horas que Solbes le lanza avisos de alerta y con la esperanza al menos que los escuche. Qué así sea.

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