06 septiembre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LXXIII

El dragón de lengua de fuego y brazos depredadores avanzaba incesante por pueblos y aldeas engullendo todo lo que le salía al paso, carente de sentimientos, sin tener nada en cuenta y sin ningún atisbo de piedad. No era cuestión de supervivencia, sino de practicar el mal. Para ello, buscaba las nutrientes que le permitieran avanzar practicando el mal, ensañándose con quien se cruzara en su camino, saliera o no a su encuentro.

Ese era su sino. Y para tal misión, se vistió de escamas negras (igual que su corazón), se dotó de pezuñas cortantes, aniquiladoras y almacenó en sus entrañas, envueltas en las más perversas de las intenciones, una gran reserva de fuego bárbaro y salvaje, salpimentando además la idea de la desolación. Fue San Jorge, glorioso paladín de los imbuidos en la fe, y vencedor del monstruo infernal, quien nos enseñó el camino para combatirlo por los campos desolados, escenarios de una insistente lucha triunfal.

Pero todo es un mito, una leyenda: esas que tanto tienen de ciertas. Tanto, que el perverso dragón ha llegado hasta nuestros días con la escama acerada del Euribor: la oferta interbancaria que nos persigue como una losa de la que no podemos librarnos que nos quiere embargar en vida. Su poder destructivo ha llegado al cinco por ciento. El mismo porcentaje que necesitan los políticos para llegar al Parlamento, pero sin la intención de erigirse en paladines de nadie, ni la de vencer al monstruo infernal, ni siquiera en combatirlo sentados en torno a una mesa redonda capaz de calmar la sed del dragón inmundo al grito de todos para uno y uno para todos, cual heroico D’Artagnan. No hay San Jorge que valga en un estado laico, nada confesional.

A quien tenemos que tener muy en cuenta es a nuestro amigo Murphi, quien ya nos avisó de que cuando las cosas van mal no hay que preocuparse, porque sin duda irán peor. El pollo se esponja, como la leche, los huevos, o el pan, por lo que ya todo es más caro y el IPC ha superado el dos por ciento en lo que va de año, lo que no parece que sea una ligera desviación, sino más bien darle la razón a Murphi que nos anunció el socavón. Y es que a Zapatero le han crecido los enanos, y se ha quedado sin su circo particular, después de asegurarnos que día a día íbamos a estar mucho mejor, algo así como el famoso hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana, que por ser tan socorrido tiene mucho de falso. Ahora nos quiere solucionar la situación económica subiendo las pensiones, y así lo ha anunciando en este nuevo curso político camino hacia las elecciones. Lo que nunca nos dijo de forma clara y expresa, es cómo, ni cuándo verán la tierra prometida de nuevos estados, esa que algunos tanto desean; aunque lo que sabemos es a quienes se la ha ofrecido envuelta en pañuelo federal, como puente de plata a equis años vista, convencido que estará para entregarlo.

Y todo, porque él entiende que es bueno; lo que no implica que sea bueno para todos, porque no está en la exigencia de la mayoría del pueblo español preocupado por otras cosas. Dice estar orgulloso de su proceso de paz, por cuyo fracaso debió dimitir debido al justiprecio ofrecido, pero somos muchos los que no estamos orgullosos de él, incluso gentes de su propio partido, al que por cierto muchos van abandonando.

La operación retorno a nuestra Comunidad ha sido tranquila, sin retenciones y sin un solo muerto, lo que nos alegra a todos. Quizá el descanso relaja los músculos, alivia las tensiones y adormece las urgencias; a diferencia del comienzo vacacional, cuando deseosos de huir de nosotros mismos, sean las prisas encastradas en el ánimo agotado de la rutina, las que nos impidan llegar enteros al destino deseado, convirtiendo la operación salida en un camino sin retorno, tal y como sucede cualquier fin de semana a lo largo del año, periodo en el que más trabaja la guadaña.

El Plan Hidrológico Nacional tramado por Zapatero sólo era una “parte de su plan”: aquel que necesitaba para llegar a la Moncloa en juego de trileros con el nacionalismo catalán, nada que ver con las necesidades de agua en nuestra Comunidad. Negó el trasvase del Ebro a Valencia, autorizándolo a Cantabria hacia donde ya navegan sus aguas con el beneplácito de Aragón, que por lo visto –de esta forma- no les resta parte de su caudal. Alguien tendrá que explicar tanta sinrazón, tanto despropósito, así como la ignominia que representa para toda la Comunidad Valenciana, cada día más seca. A pesar del regalito de la Ministra Carbona, repartiendo agua embotellada por nuestra costa como si de la entrega a los niños de un “chupa chups” a la salida del cole se tratase, ahora que estamos el comienzo del nuevo curso escolar.

Todos los ratios económicos sufren de empacho, por lo que aumentan su masa y las alarmas enrojecen, cuyo beep Zapatero trata de minimizar. Sus ministros se han puesto nerviosos y apuntan al peligroso ascenso de los guarismos como algo irrelevante, algo que no debemos de tener en cuenta. Solbes, el callado Ministro de Economía, nos pide que no cunda el pánico, convencido que el mundo está en sus manos, aunque cada vez son menos quienes confían en él, asustados por sus tembleques. Los números no le abruman –a Solbes-, pero a nosotros nos agotan, allá a medio mes. Y mientras tanto, la Ministra de la Vivienda, la risueña Chacón, nos quiere hacer comulgar –atea ella- con ruedas de molino diciendo que la subida de las hipotecas no es motivo de gran quebranto para el sufrido español; aunque eso sí, al decirlo, puso su cara seria, y presumimos algo dura, la que hay que tener para salir en la tele diciendo tanta memez.

Demasiadas alarmas rojas, como la de un rumano con su antorcha humana, envuelto no en humo sino en fuego, dando vueltas por el asfalto, retorciéndose sobre sus problemas, huyendo de la impotencia y dibujando el SOS de la desesperación. Guardemos pues el Perol, que no son tiempos de cucañas. Ahora estamos en las vísperas de una jornada electoral que como siempre serán las de regalos. ¡Esperémoslos!

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