11 octubre, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LXXVIII

Llega el otoño y las pasarelas ofrecerán sus senderos luminosos por los que desfilará el mundo de la moda, gracias al paso sinuoso de unas piernas esbeltas llenas de garbo y glamour, con aires de garabato. Nos mostrarán el último retazo ideado por un modisto, en ocasiones genial, que, siempre rodeado de guapas invita la moda a seguir. Y aunque el consejo no está al alcance de todos, siempre habrá unos pocos que cojan el guante con la intención de lucirse en cualquier acto social o de especial relevancia. Son modas efímeras, de temporada, de quita y pon, convertidas pronto en antiguallas que, ya por vistas, pasarán pronto a formar el llamado “fondo de armario” donde, como murales valiosos, quedarán colgados cual rico y variopinto museo.

Muchas modas pasan pronto y desaparecen, pero otras más insidiosas permanecen y resisten la huida. Salen de las galerías, se ofrecen a todos; y es cuando llega el momento en el que ya no podemos prescindir de ellas utilizando su “prestigio” para cualquier eventualidad, siempre, claro está, que sean sostenibles. Es la moda y son los tiempos: qué sea sostenible.

Los impuestos, las hipotecas, el desarrollo, la industrialización, los endeudamientos, la sanidad, las grandes superficies, los consensos y hasta la arquitectura: todos ellos tienen que ser sostenibles, hasta el dolor: el de las hipotecas especialmente. Ya no hay gaitas ni entretelas, la moda se impone y por la pasarela de la intelectualidad cualquier cosa que desfile será “sostenible”, porque en caso contrario su irrelevancia será total. Y como refrendo de la moda, la Ministra de la Vivienda, la Sra. Chacón, nos dice que España afronta bien la situación de las hipotecas, dando de esta forma una mayor veracidad al aserto.

También es sostenible que Pernando Barrena, el portavoz de Batasuna, para mayor escarnio aún libre en la calle, coja el micrófono ante cualquier telediario y como soflama incendiaria, nos hable de “una declaración de guerra en toda regla”. Quizá es lo que quisiera él, cuya voz no tiembla y su arrogancia insostenible tampoco.

También y quizá porque está de moda, el Presidente de la Generalitat catalana miente -¡mentira histérica, tal vez!- y echa la culpa a la también Generalitat, en este caso la Valenciana, de que no se vea la TV3 en nuestra Comunidad, cuando ni por Ley ni por disponibilidad hertziana es posible su transmisión. Lo será sólo cuando el Ministerio competente lo autorice. Los repetidores ilegales que pululan por la Comunidad Valenciana lanzan desde hace muchos años la señal fraudulenta de TV3 en una situación por lo visto tan sostenible como también incomprensible; pero en este caso, como en otros muchos, se impone el todo vale y el morro de Montilla, el Muy Honorable, también, al haber sido la Generalitat Catalana quien ha financiado millonariamente los repetidores ilegales por toda nuestra Comunidad, no sólo con nocturnidad, sino también con alevosía.

Y pese a tanto acto infame agrandado por los medios de comunicación, lo que nos va a resultar sostenible gracias a la inmensa cordura del pueblo español cuya grata convivencia es motivo de orgullo para todos -menos para cuatro mastuerzos empeñados en quemar nuestra historia en lugar de aprenderla, esclavos como son de su ignorancia y con el mono de la violencia- es saber que las modas pasan y el barro desaparece; lo que nos hace confiar en nuestra soberanía nacional cada vez más fuerte, como lo demuestra impertérrita soportando a tanto lerdo. Y las encuestas así lo aseguran, pues marginan sin ningún tipo de duda a los que por decimonónicos nos hacen confiar en un futuro sostenible, alejado de ellos, predestinados como están a quedarse fuera de juego como vulgares moscas que siguen alimentándose de su propio cieno: su habitual banquete de siempre cuyo sabor tanto les agrada.

Nada que ver con aquel barro y tarquín que asoló a Valencia -ahora se cumplen cincuenta años de aquello- dejados por una trágica riada que se transformó en otra riada más fuerte: la de la hermandad. Los testimonios de aquellos días los tenemos en las múltiples exposiciones que podemos contemplar estos días en las que se certifica la solidaridad como la mejor de sus pinceladas, así como, la dificultades que Valencia supo vencer gracias a la ayuda de todo el pueblo español tantas veces reconocida, muy especialmente,

En la ciudad alemana de Francfort se ha inaugurado la Feria de Libro y en esta ocasión se ha va a rendir homenaje a la Lengua Catalana. Cuando la política y la cultura se cruzan prevaleciendo la primera en perjuicio de la segunda con el objetivo de un proyecto político claro y concreto, la cultura deja de serlo y se convierte en también en fango. Pero éste alimento de ratas depredadores de lo que les es ajeno y que en sus vomiteras enfermas sólo pretenden inocular el veneno que llevan dentro. Es cuando organizan un match manipulado en el que el resultado está claro y la victoria a los puntos siempre se la adjudica uno mismo, lo que convierte a la pantomima en el más vulgar de los panfletos. Los escritores catalanes en lengua castellana, pese a estar invitados al evento, han negado su asistencia lo que manifiesta de forma clara su “poca afición al boxeo”. Ningunear un Siglo de Oro de la Lengua Valenciana y cambiar la camiseta a los literatos valencianos para presumir de lo que no se tiene, es un flaco favor a la cultura utilizado por los de siempre, los que se aprovechan de cualquier ocasión para esgrimir sus escaparate de mentiras, más propio de personas acomplejadas, necesitadas de una talla personal que no tienen y encerradas en la más simplona de sus vanidades.

Al Perol en esta ocasión a tanto mercachifles abanderados de la mentira, voceadores incendiarios que ni saben lo que se dicen, despreciativos de una España constitucional que, haciendo caso a estos especimenes, Zapatero se empeña en cambiar.

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