25 enero, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – XLI

Y hay hasta quienes ven con buenos ojos, porque el mal no va con ellos, cuando se destroza la propiedad ajena que si fuera la suya, sería otro el cantar.

La futura “casa museo” del Maestro Padilla, ocupada y destrozada por los okupas la habían convertido en su sede emblemática con el nombre de “Malas Pulgas” y ha sido el origen de una venganza urbana envolviendo en llamas a unos vehículos aparcados en la calle que también simbolizan la propiedad. El acto vandálico ha sido como consecuencia del desalojo por parte de la policía de quienes se habían adueñado de ella en cuyas paredes se han descubierto las leyes de sus creencias: como las que encontrara Moisés sobre el monte del Sinaí, pero en esta ocasión en clave de odio.

“El odio es nuestro, ¡dispara!” reza en las paredes de la casa. Del odio al gatillo la distancia siempre fue corta y nunca les tembló el pulso. Mucho menos cuando escondidos en su cobardía accionan la mierda que llevan dentro envuelta con bilis de dinamita como es el caso de la kale barroka vasca con los que tienen lazos de afinidad. Ahora los okupas claman contra el Tribunal Supremo que ha considerado a Jarrai como grupo terrorista: los que han vuelto a adueñarse de la calle en la que habían desaparecido antes de la llegada de Zapatero al poder.

También está renaciendo el espíritu del Frente Popular para arrinconar a la derecha española a la que se le niega el derecho de asistir a una reunión contra el terrorismo con propuestas bajo el brazo. ¡Aquí se viene a escuchar!, más o menos es lo que ha dicho Zapatero con su talante tan peculiar quien ya se ha reunido con Ibarretxe para trazar el Proyecto de Paz, versión 2, acto II: su famoso donde dije digo, digo diego.

El hombre, que nunca tuvo el derecho de elegir su nacimiento quieren privarle también el de su muerte. Y es que a la hora de otorgar derechos, el poder es tacaño. Madeleine, de sesenta y nueve años, ha querido ejercer ese derecho en su casa alicantina y lo ha llevado a cabo con dignidad. Quizá sea éste el momento en el que lo digno adquiere su mayor esplendor, cuando uno toma la determinación de quitarse el mayor valor que atesora y que no es otro que su propia vida de la que es su dueño.

Y también, en su derecho, el Ministro de Industria ha venido a Valencia para presenciar las instalaciones portuarias. Tres horas antes se lo había comunicado a la Alcaldesa Rita Barbera quien por lo visto no tiene “agenda” que cumplir. Son las cosas del “talante”, esa forma de Gobierno cortés, educada y atenta a los detalles de cualquier protocolo. ¡Tendrá cara el infame!

Lo que pronto estará a la vista de todos en la Catedral de Valencia es el Renacimiento italiano que nos llegó encomendado por Alejandro VI bellamente interpretado por Pagano y San Leocadio. Gozar de su presencia nos servirá para recordar la importancia que tuvo Valencia en su Siglo de Oro como capital económica de España. Eran otros tiempos en los que los prohombres valencianos remaban en la misma dirección.

Y no como ahora, cuando Rodríguez Zapatero, ese iluminado en su propagandístico proyecto de paz, que ha llevado a los españoles al enfrentamiento dialéctico de los años treinta en los que nadie tenía cosas que perder. Ha hecho añicos la transición que fue restañando enfrentamientos en las familias cuyos rescoldos se fueron apaciguando. Ahora afloran otra vez, como las restricciones de agua que nos anuncia el Gobierno para la Comunidad Valenciana que nos devuelven a los años cincuenta. Lo suyo, lo del Zapatos, es mirar hacia atrás, lo que tampoco está nada mal porque cuando mira hacia delante es para rendirse ante los nacionalistas o dar mayor cancha a ETA, a Batasuna, al Partido Comunista de las Tierras Vascas, que al fin y al cabo todos es lo mismo.

El cargo no solo imprime carácter sino también debe implicar responsabilidad. Julio de España, ese personaje espléndido que con el dinero de los contribuyentes hace regalos de alta tecnología a los diputados autonómicos por Navidad como Presidente de les Corts Valencianes, y que considera al presente año 2007 como el de las celebraciones de efemérides importantes para el que tiene previsto aumentar con partidas millonarios sus acostumbrados regalos para los de siempre. Sin embargo, él sí tiene la obligación de ceñirse a la realidad de los hechos, cosa que no hace. En su artículo “Corts Intenerantes”, pese a su buena disposición, no se ciñe a la realidad histórica de unas Cortes que dejaron de funcionar en 1645 y que no se habían celebrado de la forma en que él, como articulista y como Presidente, ensalza. Un Presidente que representa a Les Corts Valencianes debe ceñirse a la realidad y no a los cantos de sirena tantas veces pregonados por las más perversas de las intenciones nacionalistas que por ellas se descalifican.

No es lo mismo que te engañen, que te dejes engañar. A lo primero estamos sujetos todos mientras que lo segundo puede ser desde noble hasta miserable. Éste es el caso del Fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido quien no hace honor a su nombre porque lo suyo no es la candidez sino la obediencia a la Moncloa. Cosa censurable en quien su principal obligación es defender los intereses de los ciudadanos amenazados por la banda criminal como lo ha hecho hoy la Audiencia Nacional al negar la excarcelación de un asesino. Decisión que ha afligido a los falsarios de siempre que pregonan por el Estado de Derecho y el respeto a los demás. Acción ésta que aquellos, los falsarios, jamás han practicado; la otra, sólo de boquilla.

Al Perol con tanto mercachifle con la esperanza de que desaparezcan y una vez en lo alto démosles fuerte que si les gusta jugar con fuego que sean ellos los que se quemen. Qué así sea.

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