08 marzo, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XLVII
El lidiador, en el centro del albero, busca su momento de gloria. Proclama su orgullo vestido de traje de luces al igual que muestra sus órganos prensados por la cruz de la taleguilla en su banda izquierda, allí donde el torero carga su hombría. Es el éxtasis del momento que se repite en las tardes de la fiesta, cuando el protagonista está borracho de fantasías, de triunfos y de fama. Y cuando mira al tendido en busca de su aprobación, levanta la cabeza y da la cara. Y lo hace retando a la muerte, a cara descubierta, sin esconderse.

En la Plaza de la Moncloa, la gloria no está en el centro del albero abierta al sol y sombra a la vista de todos, ni se viste de traje de oro o de plata, ni siquiera se engalana para corridas goyescas. También los malos toreros buscan su gloria, pero recurren a tretas que los fieles a la tauromaquia desprecian. Es ahí donde aparece el trilero dado al trapicheo y listo para la más infame de las suertes: la del engaño. Es entonces, cuando el orgullo se convierte desvergüenza porque es otro quien da la cara, y obedece a su amo quien nos toma por idiotas.

Zapatero se empeñó en presentarnos a De Juana Chaos como un hombre de paz y no ha parado hasta conseguir enviarlo a su casita con la gloria de un héroe. Hablar en la España, ¿España?, del Zapatos de la independencia entre el Ejecutivo y el Judicial es un insulto a la inteligencia. Jamás ambos poderes estuvieron tan unidos desde la transición: sólo antes, con el franquismo. Y junto a ellos, el Legislativo, que aplaude por mayoría desvergonzada desde el tendido parlamentario porque no quiere faltar en la terna. Para eso está, para aplaudir la faena hábilmente dirigida por el más siniestro de los diestros que bien pudiera llamarse “El Niño de Moncloa”. Oreja, rabo y Juana Chaos recibido a hombros en la mejor faena de la tarde.

Sólo los grandes toreros basan su éxito en el arte y cautivan el corazón de los aficionados. Los que no lo son, ante su público, buscan el triunfo en las formas más complejas del arco electoral. El concepto democrático que a la mayoría le da el gobierno, no existe en el horizonte de la izquierda valenciana que busca rebajar el listón hasta donde haga falta. Fijaron el cinco por ciento que ya no les sirve y ahora piden rebajarlo al tres. Luego, si hace falta, será al uno, como el arco que basa su fuerza en la piedra clave que siempre es una sola. El arco parlamentario que busca la izquierda puede serviles para llegar al poder, pero no para gobernar ni fortalecer nuestra democracia cada vez más débil, de futuro incierto y en manos de radicales nacionalistas que se han adueñado de un político nefasto que busca sitio en su Monte del Olimpo particular. Junto a su imaginaria alianza entre civilizaciones.

Y como siempre, el Gobierno, con sus patrañas, intenta dañar a nuestra Comunidad Valenciana y mandó “mensajes” a la Unión Europea en nuestro desprestigio, atacando al sector urbanístico cuya actuación es idéntica en toda la piel de toro. Excepto en la corrupta Marbella, gobernada precisamente por la Junta Andaluza en manos del PSOE.

Valencia, que crece por todos sus lados, también lo hace al cobijo de un puente sobre el viejo Turia a la vista de quienes pasean por su parque. Bajo un intenso tráfico que pasa de largo sobre sus frágiles vidas, casi dos centenares de senegaleses forman el censo de una colonia que con el alba se van al trabajo y al atardecer regresan a la tribu vestida con los desvencijados muebles que otros desechan. El Plan Urbanístico no contempla al parque como “zona residencial” y la política de Inmigración mira hacia otro lado. Quizá porque el problema no está en la calle a la vista de todos, sino escondido bajo unas alfombras sin dueño. Verán cómo, cuando suceda algún percance grave, nadie querrá saber de ellas y las espolsaran al vecino.

La España ruidosa de siempre, alcanza su mayor volumen sonoro en las semanas de sus fiestas grandes, sin excepción, donde todo se exterioriza cada vez con mayor estruendo. En la fiesta valenciana la pólvora es a la fiesta lo que el “ninot” es a la falla. Ahora quieren limitar el ruido, cuando cada vez es mayor esplendor. La pólvora y el fuego, inseparables, deben de ser un ejemplo –también un control- y no un límite a lo que representan: limpiar todo lo malo que nos sobra y que tanto abunda.

El izquierdismo manipulador, tantas veces usado a lo largo de historia, cabalga de nuevo. Para disimular su entrega a ETA han empezado una campaña de desprestigio al Partido Popular, igualando sus decisiones actuales a las de ellos cuando gobernaban; cuando la realidad es que Zapatero ha llevado a la organización terrorista al culmen de su larga historia de cuarenta años. Jamás ETA estuvo tan fuerte, tan altanera, tan victoriosa, tan amenazante, tan chantajista, tan convencida de su victoria final, gracias a la debilidad de un político que rompió un Pacto que había servido para dejar a ETA en los umbrales de su muerte, como entonces nos decían los propios socialistas. Hasta que llegaron unas alforjas cargadas de talante. La réplica al atentado de la estación de Barajas está a la vista de todos, cuando aún vemos las consecuencias en sus escombros: ni un solo detenido y De Juana Chaos prácticamente en la calle. Zapatero tendrá que responder de ello ante la Historia. Por eso recurren más que nunca a la manipulación y para ocultar su error, necesitan del organillo: ese trasto útil, cuya música adormece a sus seguidores y utilizan para engañar a los incautos.

Como estamos en fiestas falleras, guardemos nuestro Perol y cojamos a Rodríguez Zapatero causante de la crispación en la política nacional y con él a sus engaños y a su talante, desperdicios que no servirán para hacer una monumental falla. A él, lo indultaremos, pero sus ideas serán purificadas por el fuego. Qué así sea.

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