05 abril, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LI

Hace cuarenta y tres años se puso de moda el gol de Marcelino. A todos los bares de España llegó el eco de la proeza y el yeso de las paredes sufrió el choque de soflamas imperiales. No hubo ni un solo rincón de nuestra patria que no vibrase ante el cabezazo limpio y certero que una "araña negra" no pudo interceptar. Nos decían que al pueblo español, enchufado a la "uno" (pues no había otra) se le adormecía (cuando lo cierto es que vibraba) viendo correr a Gento pegado a la raya blanca del viejo Chamartín, o con el salto de la rana del Cordobés en las Ventas, cada vez que les convenía. Al menos eso es lo que nos decían. Ahora tenemos la uno, la dos, la tres, la cuatro, la cinco y la seis. Y no cada tres meses como entonces, sino los martes, los miércoles, los sábados y los domingos. Hasta en la hora del café. Ese café de 0,80 euros la taza, que Zapatero ha puesto de moda sin que nadie sepa donde encontrarlo, pero cuyo sabor desconocido ha causado una gran expectación.

Pero no todo es turbio y casposo. El fútbol deja espacio a nuevas pruebas deportivas y el proyecto Bernia Ecclestone cobra vida en Valencia. Es posible que pronto veamos en circuito urbano a los bólidos de formula uno rasgar el asfalto de nuestras calles mezclados con chirridos de gomas quemadas y tufos diferentes al perfume de nuestra pólvora. Que también sintamos los disparos de las cámaras digitales en lugar de los petardos, al mismo tiempo que disfrutemos con el cava mojando al vencedor, que no apaciguando al fuego en cualquiera de nuestras calles en la hora de la "crema". Y que sean todos ellos motivos suficientes de una nueva proyección internacional para nuestra ciudad. Todo es posible. Como también lo será nuestro Mercado Central que va a albergar bajo sus bóvedas modernistas al glamour de la Copa del América. Sus pasillos serán una alfombra roja donde los invitados del Grupo Prada sabrán de sus aromas, de sus colores y de sus sabores. Y no como adornos, sino para degustar el mejor catering que puedan imaginar ofrecido desde los mismos puestos del mercado en una fiesta tan sorprendente como original. Sin embargo, no faltarán los voceros de la envidia, ni los críticos de la infamia que, en su pueblerina actitud, no aceptan los progresos de una Ciudad dirigidos por una alcaldesa que "sufrirán" por muchos años más.

Otegui que además de la mano a Zapatero le ha cogido la medida, lanza un nuevo pulso y advierte que Batasuna estará en las elecciones, cosa que ya no sorprende a nadie. Está en paz con la justicia, pues ha purgado sus penas sin que nadie sepamos la forma; aunque nos la figuramos. Gallito por sus triunfos, va perfilando cachito a cachito una política que complace a Zapatero quien por otra parte cada vez nos sorprende menos. Ahora Otegui reta a Garzón y al Gobierno, a los dos al mismo tiempo y se niega a suspender un acto en Baracaldo donde se reunirán los de siempre para hacer ruido y propaganda. Y es que en la cumbre de su gloria, metiendo goles a lo Marcelino, ningunea al Ejecutivo y a los Fiscales mientras hace lo que le da la gana en la política nacional. Y por supuesto, faltaría más, ayudado por la Santa Madre Iglesia del no matarás, que pide por la boca del obispo de San Sebastián, Monseñor Uriarte, "dialogar con ETA y llegar a acuerdos integradores con la organización terrorista". Esto es increíble. Nada más lejos de la voluntad de Dios, que hecho hombre en la Tierra y a pie del Monte Igueldo, lo expulsaría a latigazos del templo de la desvergüenza, albergue y cobijo de la banda criminal.

Siempre resulta estimulante aparecer en el Guiness, el libro de los récords sorprendentes, después de haber cocinado la paella más grande jamás degustada o, a costa de la propia salud, superar el número de huevos fritos engullidos en el espacio de tres horas seguidas. O batir la hazaña de una noche de lujuria y sexo con el mete y saca a discreción. Pero Internet se impone y youtube.com le coge la delantera. Se trata ahora de ir a 250 kms/hora por las calles de la ciudad por quienes lo único que pretenden es colgar en la red, para su gloria infame, el animal que llevan dentro. Corresponde a una parte de nuestra juventud que nos ofrece su lado más negro que roza lo criminal. Sin embargo, existe también el lado dorado en más de mil jóvenes, donde el ingenio, la lógica y la creatividad buscan en su distracción su enriquecimiento personal. Lo hacen a través de unas jornadas matemáticas organizadas por un colegio valenciano donde la única velocidad es la de la mente puesta al servicio de un bien común.

Un bien común que debe caminar siempre por senderos afines, conocidos, alejados del filo del alambre cuyo único norte es el de la osadía para quienes a paso lento avanzan buscan el aplauso trepidante salpicado con gritos de gloria propios de cualquier circo. Pero en esta ocasión, el filo del alambre es el circo que nos han montado desde la Moncloa condenado al fracaso, salvo que su destino final, que todo podría ser, nada tenga que ver con los deseos del pueblo español.

Quizá Zapatero piense en otro tipo de espectáculo que bien podría ser un musical federal con una apoteosis imprevisible. Por eso se siente seguro sobre el alambre, convencido de que tendrá la protección de quienes ven en la Constitución de 1978 el freno de sus ínsulas y desean su reforma.

El Ministro Moratinos se nos ha ido a pasar unos días en Cuba con su séquito de damas por aquello de la paridad. Una vez más ha sido el de los desatinos en su deseo de tratar asuntos sobre los disidentes al dictador, pues la única respuesta ha sido la del desprecio con la sorna de que en la isla caribeña no hay presos políticos sino activistas mercenarios comisionados para desestabilizar al "más democrático de los regímenes". Ante esta respuesta fulminante, el afable Moratinos quedó k.o., sin capacidad de reacción. Es curioso que en su agenda de viaje no tuviera un hueco para contactar con la oposición distante a Zapatero, quien está más interesado en estrechar lazos con quienes quieren quitarle un trozo de la España que pretende gobernar.

El Ebro avanza. A su paso inunda campos y pueblos. Llenemos nuestro Perol de agua, metamos en él a Zapatero para que al menos aprenda que el agua es para repartirla y no para que se la trague. Qué así sea.


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