17 mayo, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LVII

La campaña electoral ha dado comienzo y todos enfilan su rumbo hacia el triunfo en las urnas, aunque ya hace tiempo que empezaron con las zancadillas. La batalla sucede cada cuatro años y nada es nuevo; incluso las arcas de cristal son las mismas, donde depositamos el voto con la vana esperanza de que alguna vez nos hagan caso. Con el ejercicio del voto cumplimos con nuestra obligación de ciudadanos, aunque los políticos dicen que es nuestro derecho. Y en el juego de palabras está la encerrona, porque durante los próximos cuatro años todo serán obligaciones, mientras que nuestros derechos pocos.

La campaña con tintes de farsa en la que no se trata de ganar sino de ridiculizar al contrario tiene aires de sainete. Lo peor es cuando la tramoya es ruin y luce cortinas de mentiras, cuando sale relucir la infamia y el vilipendio despreciando al oponente. Y no es verdad que todos sean iguales porque eso no es cierto. En el arte de manipular, mentir y ofender al rival, la izquierda se lleva la palma, que para eso está. Y vuelvo a lo de siempre, porque viene al pelo. El gran problema español es que la derecha dice defender al trabajador y hay gente que no se lo cree, mientras que la izquierda dice hacer lo mismo con el obrero y hay quienes la creen. Dos problemas que se encierran en uno: un pueblo asustado, decimonónico, escondido en sus complejos, y una juventud que recurre al botellón como único recurso para sus creencias.

Antes se decía que lo importante era participar, refiriéndose a cualquier deporte. Ahora de lo que se trata es de que pierda el rival, y si es con la pierna rota, mejor. No sabemos si estamos en el estadio mentando la madre del árbitro, o en un mitin dejando pieles de plátano sobre un suelo lleno de engaños. Estamos en plena campaña electoral y los políticos se permiten licencias que van desde lo sensato, las menos, a las de la más ignominiosa maldad, que son los más. El ejemplo lo tenemos en el anunciado proyecto de la Torre de la Música que convertirá a Valencia en un referente más para el mundo del pentagrama. En base a su poso cultural auténtico vivero musical con cientos de bandas en nuestras tres provincias. Tan buena noticia ha sido censurada por gentes del BLOC y EU que han tenido la osadía de decir que en lugar de invertir en la línea uno del metro, el Partido Popular lo hace en la Torre de la Música. Es, como siempre, el comentario almibarado de pus y con el alimento de la bilis nacido de las bocas infames de unos nefastos políticos que sólo puede ser producto de su cinismo. Son como las abejas que se han cebado contra un joven que buscaba su miel, y ha recibido nada menos que más de cien picotazos sin más pena que haber confiado en ellas: su pecado, ilusionarse en la dulzura que mostraban.

Y es que las abejas tienen algo de miserables, condición a la que son ajenas como cualquier otro animal. Menos en el ser humano, cuyas miserias contribuyen a que pertenezcamos a la especie más perversa de la creación. Valencia,
la ciudad abanderada del mundo, la de realidades y de proyectos en beneficio de ella misma y de los que aquí viven, es, sin embargo, producto de los ataques permanentes por la izquierda en base a los eventos que la han convertido en un punto de referencia, sueños, destino y de sanas envidias. Y en esa agresividad, es donde aparecen los buitres hambrientos a falta de proyectos que sirvan para avanzar y sólo piensan en desvirtuar una realidad con los argumentos de sus mentiras. Lamentable.

En Valladolid, la vieja ciudad castellana, Isabel Pantoja ha reaparecido arrastrando su garbo y cola por la Plaza Mayor. Y lo ha hecho en calor de multitudes que han olvidado su paso por los juzgados por culpa de los blanqueos de sus “casitas”, a la que, por otra parte, son tan aficionados los andaluces en su gusto refinado por los encalados pueblos blancos. Dicen que el pecado capital de los españoles es el de la envidia, y algo hay de cierto, pero también el del olvido. Quizá sea esta la razón que lleve a Zapatero a su Ley de la Memoria Histórica de la que tan necesitados estamos. Lo malo es, que con la cola garbosa, cual varita mágica, y la sonrisa en la cara, de mofletes abiertos, resulta fácil embriagar a quienes están dispuestos tanto para dar positivo en su alcoholemia izquierdista como para recibir los engaños que tanto necesitan.

Tal y como estaba previsto en su hoja de ruta, el efecto mariposa, esta vez Zapatero, está a la vista: Batasuna estará presente en gran parte de los pueblos vascongados. Y qué casualidad, precisamente en aquellos que son más favorables al entorno etarra para lograr una mayor presencia en las instituciones, en función de un acuerdo tan claro como intencionado en el que la claudicación del Presidente no deja duda alguna, cogido como está, y sin margen de maniobra. Una vez más el Zapatos sale a la palestra, y vuelve con sus mentiras. Ahora nos dice que se ha cumplido con la Ley, cuando los candidatos son conocidos por todos y de su pertenencia a Batasuna nadie duda. En un ambiente hostil, violento, llenos de amenazas e intimidaciones, la campaña electoral avanza con el sonrojo de muchos seguidores socialistas avergonzados del talante que no esperaban: el de la rendición.

Hemos tenido en Canal 9 el “Debate sin réplicas” de los tres candidatos a la Generalitat, y allí estaban: un ilusionante Camps, un mentiroso Pla y la agazapada Gloria Marcos, “sota” ella sabrá qué. Y en el mismo día que se produce una explosión en la estación hidroeléctrica de Patraix que le sirve a Pla para culpabilizar a Camps, mintiendo una vez más. La instalación se autorizó cuando gobernaban los socialistas; su seguridad corresponde al Ministerio de Industria, es decir a Zapatero; y la Alcaldesa ha cumplido con su obligación de precintar una instalación dada por segura por el Gobierno Central. Después de la explosión, en sus cercanías, hemos visto la presencia de Pla, Carmen Alborch y Mª Eugenia González en cínica visita y de permanente engaño; cuando lo que correspondía, si de verdad están interesados en la salud pública de la ciudad, es acudir a la sede del Delegado de Gobierno. Con este botón basta para desenmascarar las mentiras, y que son muchas, de la izquierda valenciana montada siempre en su caballo del izquierdismo manipulador.

Metamos al izquierdismo manipulador en el perol, por lo que necesitaremos uno de goma que se irá hinchando, hinchando, insaciables y hambrientos, hasta alcanzar un volumen inimaginable. Hasta que estalle, con la esperanza que su inmundicia no nos alcance. Qué así sea.

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