03 mayo, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LV

Dicen que la democracia es el menos malo de todos los sistemas conocidos y uno se pregunta el por qué de esta aseveración. ¿Qué por qué tiene que tener algo de malo un sistema basado en la pregunta al ciudadano, para dando por bueno el juego, aceptar el resultado? Uno no termina de entenderlo, a no ser que en el planteamiento esté la mentira agazapada en lo más hondo del aserto. ¿Aceptarían los nacionalistas la reprobación de sus mentiras? Ahí están, inasequibles al desaliento, mintiendo al personal, e inventando una historia cuyos hechos no sucedieron jamás.

En estos días se celebra el “CCC Aniversario de la Derrota de Almansa”, y hemos asistido y sabido de jornadas con tintes maratonianos donde la mentira y la manipulación se han hecho dueña del ambiente, semejante al terror que cubrió de sangre aquella contienda internacional, donde el Reino de Valencia, sin comerlo ni beberlo, fue el gran perdedor; y no precisamente por las razones que con tanta ligereza y falsedad pretenden adueñarse de nuestras mentes quienes con sus actitud dejan a la democracia a la altura del betún. ¡Vamos, los de siempre!

Son los que se unen al fragor de la batalla e impiden con su actitud violenta y ante la autoridad competente, el cierre por parte de la Ley de unos repetidores de TV3 ilegales, en contra de las vigentes leyes, que como siempre, se las pasan por el culo. Eso sí, desde la incultura más arrogante y con el único activo del pensamiento único hábilmente presentado en estuches de serrín, alojados en los estantes de la burricie, auténticos abrevaderos del nacionalismo cutre y borreguil.

¿Qué por qué la democracia tiene matiz negativo en su definición? Quizá sea por eso, porque sirve, y de ello se aprovechan, los que juegan para destrozarla, como también los del tiro en la nuca y el coche bomba, o los que acuden a ella como “El Tempranillo”, para enriquecerse..

El que anda liado y con mucho trabajo es el juez Garzón, al que le han fastidiado el puente. Comisionado para legalizar a Batasuna sea de rojo, sea de granate o lo sea de bermellón, los veremos en las urnas como desde hace tiempo vengo diciendo en algunas de mis Espardeñás. Los asuntos internos tan unidos al mundo policial en los trylers americanos son parte del juego que Zapatero se trae entre manos, del que no puede desprenderse. ¡Hasta las moscas saben quienes son los etarras y quienes no lo son! Y tratar de hacerse el loco por parte del Gobierno ante una cita electoral, en otra más de sus claudicaciones: es una mala pasada a la democracia que pagarán muy caro. Todo muy propio del juego sucio que se llevan entre manos, dirigido por un magistrado sectario que cumple las órdenes que le da el Zapatos. Baltasar Garzón, el paladín de las libertades, el látigo de los dictadores, el brazo fuerte de la ley, se desmorona. Y ahora trata de legalizar a quienes siempre atentaron contra la libertad, a los fieles a ideologías marxistas totalitarias, a los que escupen a la ley tras los cristales blindados de los juzgados, a cambio de que su jefe siga sentado en el sillón de la Presidencia del Gobierno gracias a los votos nacionalistas que tiene asegurados. Tratar de averiguar hasta donde son capaces de llegar tan nefasta pareja de personajes arbitristas y en cierta medida corruptos con el pueblo que tienen la obligación de defender, es un ejercicio mental necesario para quienes deseen luchar por su libertad personal. Jamás se han dicho tantas mentiras, como en estos días, para tratar de justificar la presencia de Batasuna en las urnas.

Y como también es bueno hablar en broma de vez en cuando, ya no tenemos ninguna duda de que Zapatero es gafe. Cuando ayudó al socialismo alemán, perdieron las elecciones; cuando animó a los franceses a la Constitución Europea provocó su indiferencia; a finales del 2006 nos dijo que el proceso de paz iba bien, y al día siguiente todos sabemos lo que pasó; deseó suerte a los valencianos ante el Chelsea y mejor no hablar; vino a la América Caps y nos dejó sin viento; habló a la Bolsa del mejor momento económico de nuestra historia y a los dos días se derrumbó; fue a París en ayuda de la candidata y no ganó las primarias. Quizá Segolene Royal esté diciéndole a Zapatero que para la segunda vuelta se quede en su casita sin cruzar los Pirineos.

Quien no se queda en su casita y sale a pasear es Ignacio de Juana de Chaos. En vísperas de elecciones es bueno para ellos calentar el ambiente, y ETA lo sabe. ¿Qué mejor que el héroe nacional, el hombre de paz que nos anunció Zapatero, que camine libre por las calles vascas con su novia cogida del brazo dirigiendo los hilos de la campaña electoral?

El Uno de Mayo ha pasado de largo y con muy pocos asistentes a la fiesta. La denuncia social ha pasado a último plano y las mejoras salariales han dejado de interesar a quienes están ajenos a una sociedad que avanza gracias al abandono de viejas utopías que fracasaron por la falsedad que las envestía. Más bien ha sido un mitin de una campaña electoral donde las banderas republicanas ignoradas por la soberanía nacional, los repetidores televisivos de los fraudulentos, la mentira y la manipulación pretende hacerse dueña, una vez más, ante la indiferencia de un pueblo que sabe muy bien hacia donde va.

Y como lo sabe, la Avenida del Puerto se convirtió en un río de gente que la inundó, por lo que la Delegación de Tráfico tuvo que improvisar afluentes para llegar a la nueva Valencia de cara al mar. La que durante tantos siglos le dio la espalda, pero que ahora le da la cara, atendiendo al viejo deseo transmitido de padres a hijos, y que pronto será una próspera realidad para la ciudad, tal y como varias generaciones soñaron alcanzar.

La Campaña de la Renta da su pitido de salida y los técnicos de Hacienda hacen su huelga, como el viento de la Copa del América. Y es que el estar más cerca unos de otros tiene estas cosas, porque del roce nace el cariño.

¿Alguien se imagina lo que diría la izquierda si Andalucía estuviera gobernada por el Partido Popular a la vista de lo que sucede en Marbella? Al Perol, una vez más, con los mentirosos, con los que van de progresistas cuando sólo son farsantes, y su único programa es el de la difamación y el de la mezquindad. Qué así sea.

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