31 mayo, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LIX

Desde siempre para traer a este mundo un niño o niña sólo hacían falta dos cosas: llevar un feliz embarazo de nueve meses, y finalmente, que alguien deseara a quien ya había roto las aguas que tuviera una hora corta. Y si todo transcurría según lo previsto, sin más dilaciones, llegaba el momento deseado y un nuevo niño o niña, irrumpía en nuestro mundo con gran alborozo para el seno familiar. Sin embargo, ahora algo se mueve y todo empieza a ser diferente: las madres tienen la opción de congelar un óvulo, guardarlo en el frigorífico, y dejar la hora feliz para el momento deseado. Y es que la ciencia adelanta que es una barbaridad, ¿o no? ¡Quien sabe!
Porque ahora resulta, que un odontólogo benicarlando ha aconsejado a su paciente con un problema molar que hiciera abluciones con agua bendita. Si la fe mueve montañas y todo es posible bajo el sol, ya nada es inevitable: el gran costo que supone la salud dental del sufrido pensionista puede quedar solucionado de facto. Basta con una pila de agua bautismal que reemplace al sufrido sillón del dentista de bata blanca, tenaza en ristre, con tan malas como perversas intenciones. Qué fácil sería. Tan fácil, como se lo han puesto a un partido político que ha arrasado en las elecciones por toda la Comunidad Valenciana. Dije el pasado jueves qué así será, y…así ha sido.

Y no sólo ha sido esta vez, sino en otras ocasiones como ya vimos entonces. Cuando la izquierda valenciana optó por su ofuscado e inculto catalanismo, cavó su propia tumba. Y perdió, con seguridad para siempre, el voto de muchos de sus seguidores asombrados de que un partido que se dice socialista no pueda hacer política defendiendo las señas de nuestra identidad valenciana.

El resultado de estas elecciones, tanto municipales como autonómicas, estaba cantado, sólo hacia falta ver la realidad de todo lo que representa nuestra Comunidad, envidiada y admirada desde cualquier punto de España, por no hablar del extranjero.

La izquierda valenciana en lugar de presentar una oferta electoral que pudiera ser atractiva para el ciudadano, optó por desalojar de las instituciones con el todo vale, a quienes han hecho meritos sobrados para continuar en ellas. Pusieron en marcha el tren de la mentira, el de la vejación personal recurriendo al desprestigio de quienes se dedican a la política con igual o mayor afán que ellos, y se han dedicado a desenterrar de las cunetas una reconciliación cicatrizada. Y lo que ha sido peor, su mayor empeño ha sido la utilización de los muertos y sus familiares de un accidente ferroviario mediante una acción miserable que degrada a quien lo hace; así como un largo etcétera, resumido en su menosprecio al avance logrado en nuestra Comunidad. Y así les ha ido.

Ignacio Pla, lleva muchos meses mintiéndonos a todos, doblegándose a los compromisos de Zapatero en perjuicio de nuestra Comunidad, cuyo avance ha intentado frenar a toda costa. La corrupción no se demuestra con mentiras, ni martilleando las conciencias de un público entregado. El poder no se consigue despreciando eventos, ni proyectos, ni logros que han convertido a Valencia en zona turística (nunca lo había sido) con miles de puestos de trabajo y como emblema del modernismo más avanzado. El viejo y cutre recurso denunciando al amiguismo y al mismo tiempo presentarse como “fuerza de progreso”, ya no les vale. Hay que tener mucha magia para convencer con estos alucinógenos, y Pla no la tiene. Sólo le quedará el recurso del Senado como pago a sus cesiones, en perjuicio del pueblo valenciano al que le ha dado su espalda. Así lo predije hace unos cuantos meses y allí gozará el final de su carrera política. Al tiempo.

Gloria Marcos y su mayordomo de ocasión, han utilizado el mezquino recurso de presentarnos una Comunidad desconocida e inexistente, ubicada sólo en las mentes incapaces de ver una realidad refrendada por más de un millón trescientos mil votantes. Su catalanismo montaraz, coyunturalmente escondido, su desprecio hacia todos los esfuerzos realizados por la Generalitat en la enseñanza, en el embellecimiento de nuestras ciudades, en la creación de centros escolares, culturales y deportivos, no les ha servido para nada.

La manipulación constante del diario Levante, tan sensacionalista en sus mentiras como en los engaños de sus malintencionados resultados electorales mostrados a primera plana, es un insulto a la inteligencia de los lectores. Con ello ha logrado justo todo lo contrario que pretendía, que el PP haya arrasado en toda la Comunidad Valenciana. Intentar ganar unas elecciones desde la mentira es un imposible. Para ello es necesario que irrumpa de repente y con gran estruendo, un hecho excepcional. Sólo él, cual maná deseado, será la guinda ácida de la mentira que pueda llevarles a un triunfo inmerecido.

El entorno etarra ha vuelto a las instituciones vascongadas gracias a Zapatero y su falso proceso de paz: el que ha servido para hacerles más fuertes y más chulos. Zapatero responderá ante la historia, y también ante Dios como diría un creyente, por hacer la cama a una organización terrorista que jamás aceptará la España autonómica y que hará todo lo necesario por conseguir sus planes. Mientras que, claro está, no se vuelva otra vez al pacto PP/PSOE para impedirlo. El que Zapatos rompió de un puntapié presumiendo de un falso calzado.

Viendo en el diario Levante el artículo de Fernando Delgado, otro de los que tanto presumen del respeto democrático, su autor, se ha hecho la mejor definición de si mismo: ni un milímetro por encima del mono, ni un centímetro por debajo del cerdo. Justo así es como se ve quien ha convertido su columna diaria en el escaparate de su propia infamia.

Es curioso, cuando el hombre pierde su libertad individual recurre a la esclavitud de su notoriedad. Es el caso sucedido en Valencia de numerosas personas que se han visto obligadas a la apostasía después de la visita del Papa a nuestra ciudad. Y lo hacen, nada menos, que recurriendo al Defensor del Pueblo en busca de amparo, como si se sintieran atacados por un enemigo sólo existente en la cerrazón de sus mentes que tanto les traumatiza.

En esta ocasión dejemos quieto y vacío nuestro Perol en lo alto de la cucaña, pero celebremos la fiesta del triunfo electoral en nuestra Comunidad gracias a los valencianos que han sabido comprender que con mentiras, mezquindades y voceros miserables no se va a ninguna parte. Y…, así ha sido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está bien tu perol , pero a mi corto entender, le falta un aplauso para esa MUJER que teneis de alcaldesa, y no por ser mujer sino por ser esa persona admirable , inteligente y valiente que ha sabido estar a la altura de Valencia.
Un aplauso para Rita y para los valencianos que en ella han confiado.