17 agosto, 2006

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - IX

Las actuales agendas electrónicas así como los almanaques de cuché de un Corte Italiano cualquiera no contribuyen a nuestro enriquecimiento cultural. Las primeras las arrinconamos al poco tiempo en cualquier cajón y las hojas de cada mes las vemos pasar de largo como si de secas del otoño se tratara.

Antaño, el taco anual de octavilla diaria, papel negro y barato, nos resultaba entrañable. A pie de hoja o al reverso descubríamos una frase celebre, un refrán popular o un proverbio árabe o chino que nos enriquecían. Aquellas frases inteligentes de Benjamín Franklin, de Dante Alighieri, de Aristóteles o de Tagore, representaban cuanto menos momentos de reflexión.

Aquel método didáctico, casi desaparecido, en ocasiones aun lo disfrutamos ante nuestros ojos. Los descubrimos, en rara ocasión, en los sobres de azúcar ofrecidos por las franquicias del café. Antes abundaban hasta en los pliegues de los litines. Qué los sociólogos nos expliquen su desaparición y no me refiero a aquellos polvos efervescentes.

El momento actual de las frases celebres está pues a la baja. Hoy tenemos otras formas de leerlas o de escucharlas. Pero resultan frases lapidarias en boca de nuestros políticos casi siempre lamentables. Quizá quieran el que acudan rápidas a nuestro diario despertar como antaño éramos nosotros los que íbamos raudos a despegar aquella hoja del conocimiento.

¡Vaya con las frases de los políticos! Aquellas frases inteligentes fueron dejando paso a otras, muy diferentes y con diferente estilo. Y así hemos ido viendo como desde aquella de que ser español es lo más grande que se puede ser en el mundo, pasando por los cien años de honradez o de que en España uno podrá hacerse rico con rapidez, hemos pasado a la que a los valencianos ni una sola gota de agua. Frases todas ellas con mensaje y carga de profundidad incluida. En el espacio de tiempo y entre medio de ellas, escuchábamos en la época de la “desaparecida” transición, aquella de que catalán es el que vive y trabaja en Cataluña, apoyada con buena razón, por no se es de donde naces sino de donde paces.

Estamos en la época del talante y escuchamos, ya casi conformes, que para ser Presidente de la Generalitat Catalana lo importante es haber nacido en Cataluña. La decencia y el conocimiento pasan a otro plano. Maragall se presentará a la elecciones, saldrá o no elegido, pero seguro que tendrá muchos votos. Ya no están colgados en nuestras paredes aquellos tacos de enseñanza. Ahora es la época de la memez. Sólo esto puede justificar el número de votos que obtenga semejante memo.

Y si hay frases celebres también tenemos las de mal gusto. Como en este caso Zapatero. Jactarse estos días en Tarragona, ante un público enfervorizado y entregado, de haber parado un trasvase de agua cuando los perjudicados tienen sed no es de buen talante. Cualquier persona de buena crianza ante semejante ocasión, hablaría de otras cosas. La generosidad de Zapatero es una duda permanente. Se anuncia otra manifestación de los sedientos y el Zapatos mirará a otra parte. La lengua sucia y negra de Pepiño Blanco acusará de desleal al Partido Popular por timonel y apoyo de semejante concentración.

Es la misma lengua que ahora arenga a las acémilas del catalanismo radical, quienes a cara abierta muestran su auténtico seny, para que sigan con la extorsión, la agresión, los insultos y las descalificaciones contra el Partido Popular. El mismo Pepiño que junto a José Montilla como antes con Rubalcalba ya había superado y con muy buena nota la campaña del ¡pásalo! En una famosa jornada de reflexión que ni a ellos mismo avergonzó.

El viejo cauce del Turia y en nuestros días parque cultural, recorre toda la ciudad salvado por numerosos puentes, algunos de ellos gracias a sus ojos centenarios. Pronto tendremos ojos nuevos. Se anuncia la instalación de una red de videocámaras por toda la ciudad en defensa de los valencianos ante los grandes eventos. Antes era el peligro de las riadas y ahora el temor de atentados, robos y tirones los que aconsejan que alguien, mirándonos con atención, nos proteja de tanta consternación.

Algo de ésta nos ha producido el arquitecto británico David Chipperfiel que si bien sabe convertir el agua y cemento en esplendidos edificios, como nuestro “Veles y Vents”, debe de tener más cuidado, sin embargo, en la utilización del español pues con lo dicho en un foro barcelonés ha quedado a la altura de un iletrado peón de albañil.

¡Las frases y las palabras! Con la fraseología habitual de ETA los encapuchados han instado al Gobiernos francés exigiéndole qué cesen las detenciones de quienes han incumplido la Ley. Una sola frase de cuatro palabras sería suficiente. Y por supuesto a cara destapada: ¡Entregamos las armas, cójanlas! Esta es la frase celebre que todos deseamos. Esto sí que sería evitar el perol trencat para que perviviera entre nosotros la cucaña de la paz que todos deseamos. Qué así sea.

Junio 2006-06-14

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